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Las diez razones por las cuales Fernando Alonso volvería a irse hoy mismo de Ferrari

  

Los enemigos de Fernando Alonso siguen masticando la satisfacción del mal ajeno construida bajo una premisa falsa: el piloto español no se arrepiente en absoluto de haber abandonado Ferrari. Aunque Vettel haya logrado una celebrada victoria en el GP de Malasia, las razones que llevaron al asturiano a buscar la puerta de salida de Maranello están hoy más vigentes que ayer:

Montezemolo: "Ésta es la recompensa al trabajo duro. Se empezó a trabajar con este coche en Maranello en febrero de 2014 y luego lo cogieron por los que llevan la Scuderia en estos momentos"

1.- Presidente frío

Luca di Montezemolo, el presidente de Ferrari que fichó a Fernando Alonso, era como un padre para él. Un directivo a la antigua usanza italiana: elegante, cordial, cercano y siempre dispuesto a regalar palabras de elogio y ánimo al bicampeón mundial español. Fue defenestrado en septiembre de 2014, el mismo mes en el que, según propia confesión de Alonso, este comunicó a la Scuderia su decisión de irse. ¿Casualidad?

El ovetense nunca congenió con Sergio Marchionne, sustituto de Montezemolo. Ni Marchionne con él. Ferrari se dejó de sentimentalismos y dio el mando a un empresario procedente de la casa madre, Fiat, cuya misión principal es obtener los mejores resultados en el menor tiempo posible. Duro y frío, el nuevo presidente es muy amigo de recados públicos en los que desliza la idea de que al piloto español le pierde su orgullo y su incapacidad para trabajar en equipo.

Sin ir más lejos, tras el triunfo de Vettel en Sepang manifestó: “Este es el resultado del increíble y duro trabajo de los últimos meses, un trabajo hecho en silencio y con humildad, como hace un equipo grande”.

2.- Director insensato

Stefano Domenicali, director del equipo cuando Alonso aterrizó en Italia, era como un hermano mayor para Fernando. Su dimisión, en abril del año pasado, fue el principio del fin. Por el vacío emocional que dejó y porque en el aspecto profesional le sustituyó Marco Mattiacci, un gris directivo dedicado hasta entonces a la venta de coches de calle en Estados Unidos. No duró mucho.

Apenas siete meses, los que tardó en llegar Maurizio Arrivabene. Fernando ya había anunciado que dejaba Ferrari, pero su contrato no expiró hasta diciembre y en apenas un mes ya se vio que el peculiar carácter del nuevo jefe deportivo no casaba con el del asturiano. Arrivabene, totalmente opuesto a  Mattiacci, es exagerado en sus modos y formas. En sólo dos carreras ya es famoso por sus tatuajes, su bronca a un mecánico y su entonación a voz en grito del himno italiano con Vettel en lo más alto del podio. Al ovetense le va más la discreción de Domenicali que la insensatez de Arrivabene.

3.- Entorno hostil

El mensaje oficial que emana de Ferrari desde la salida de Alonso intenta presentar al español como un excelente competidor, pero demasiado exigente y orgulloso como para trabajar en equipo. “Crea mal ambiente”, dicen. Y ese estereotipo va calando, sobre todo en el entorno de la Scuderia. Aficionados y exmiembros de la  escudería, sin conocer a fondo al asturiano, han pasado de llorar por su pérdida a casi alegrarse de sus males. El último ejemplo, el de Jacques Villeneuve. El expiloto ironizó así tras el GP de Malasia: "Fernando tiene demasiado dinero para retirarse...".

Prensa enemiga

Al igual que el entorno, los medios de comunicación italianos también han ido cambiando su postura respecto a Fernando. Le idolatraron durante los tres primeros años del español en Maranello, pero al cuarto, con las primeras quejas del asturiano, la relación se fue torciendo. Criticar a Ferrari, mucho más que una empresa y mucho más que intocable en el país transalpino, es tabú. Y, además, si desde el interior de la fábrica filtran de forma interesada noticias negativas, el efecto es demoledor.

Porque Alonso nunca se ha caracterizado por aguantar con temple las críticas, así que sus alusiones despectivas del tipo “tenemos al enemigo en casa” no hicieron más que echar gasolina al fuego de la apasionada prensa italiana. Algunos de esos periodistas han sacado sus plumas y se pavonean sin rubor con el triunfo de Vettel y el desastre de McLaren en Malasia.   

Desconfianza

Las innumerables loas a la evolución de SF15-T no van a convencer a alguien que conoce de sobra y de primera mano lo que se cuece en Ferrari. Alonso sabía que el coche rojo daría un salto, pero nadie le va a convencer de que Mercedes es inalcanzable.

Y, por cierto, Fernando tampoco se olvida de que la propia Scuderia filtró que el nuevo bólido “era peor que el de 2014”. Y sospecha que con ello pretendió urdir un burdo engaño. Ya había contactado con Vettel, su sustituto, y pretendían asegurarse de que el asturiano, con contrato en vigor, no diera marcha atrás en su intención de irse.  Consiguieron el efecto contrario, ahondar en la desconfianza.

Orgullo

Fernando Alonso es, en efecto, muy orgulloso. Con todos los matices positivos y negativos que ello conlleva. Y muy cabezota. Así que cuando el asturiano toma una decisión en firme no hay forma de hacerle cambiar. Tiene varias personas –contadas- de confianza que le aconsejan, pero el que manda al final es él y sólo él.  

Dinero

Únicamente McLaren, Honda y Alonso conocen el importe exacto del contrato de tres años firmado por el español, pero su sueldo ronda los 35 millones de euros por temporada. Aproximadamente diez millones más -30 en total hasta 2017- de lo que cobraba en Ferrari. Es, seguramente, uno de los argumentos menos importante porque el español podía haber renegociado con la Scuderia, pero a nadie le amarga un dulce.  

Ambición

Fernando ya estaba cansado de ver a Ferrari con la lengua fuera copiando cada año a la escudería puntera, primero Red Bull y ahora Mercedes. Aunque supiera que en 2015 la evolución roja tenía buena pinta, no le bastaba. Porque considera que los alemanes siguen por delante con bastante ventaja y no estaba dispuesto a tirar otro Mundial y a seguir esperando que sonara por fin la flauta.

Cariño

La única lágrima derramada por Fernando Alonso tras cerrar la puerta de Maranello ha sido en honor de los ingenieros y mecánicos que valoran de verdad todo lo que han vivido durante un lustro inolvidable. El español ha sentido el cariño sincero de los que bajan al barro a diario, tanto en la fábrica como en cada circuito. Pero la frialdad de los despachos de Maranello acabó por defraudarle. Así que cuando llegaron Honda y McLaren -de donde había salido tarifando en 2007- cortejándole con descaro, cayo rendido en sus brazos.

Reto

Porque, además de reconocimiento, lo que le ofrecieron el motorista japonés y el equipo británico fue la luna. Un proyecto de gran riesgo y enorme atractivo. Básicamente, crear de la nada un coche llamado a dominar la Fórmula 1. El poderoso binomio fichó mucho y bien en casi todas las áreas, construyeron un chasis “revolucionario” y ahora andan, con mucho retraso, en la tarea de poner a punto el motor.

Un reto apasionante para una personalidad compleja como la del ovetense. Un desafío al que ayer, hoy y mil veces volvería a entregarse sin pensarlo.      

Para incrédulos, el último tuit de Fernando Alonso, cuyo texto subliminal lo dice todo:

https://twitter.com/alo_oficial/status/582901625360007169

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