"Niño, ponte el abrigo que vamos a por yogures y demás lácteos". ¿Quién no ha dicho o escuchado esta frase cuando va de compras a un supermercado de tamaño medio o grande? En los pasillos de las secciones donde se exponen alimentos refrigerados hace frío. En algunos, mucho frío. Gracias a la tecnología usada en la Fórmula 1 esto se va a acabar. O, al menos, la temperatura subirá lo suficiente como para evitar esa sensación de visitar la Antártida cada vez que te adentras en las zonas con estanterías donde se almacenan productos cuya conservación es delicada.
Williams, histórica escudería de Fórmula 1, y la empresa Aerofoil Energy han desarrollado un ingenioso sistema que consiste básicamente en una delgada tira de plástico con cierto parecido a los alerones que se aprecian en diversas partes de los bólidos que compiten en la élite del automovilismo mundial. Dicha pieza forma parte del perfil de los aparatos refrigeradores y canaliza de nuevo hacia el interior el flujo de aire frío que suele escaparse de los frigorificos y provoca esa sensación de frío en dichas áreas de los supermercados.
El departamento del equipo británico de F1 donde han trabajado hasta dar con esta solución se denomina concretamente Williams Advanced Engineering (Williams Ingenieria Avanzada) y el resultado, la citada tira de plástico, se basa en los estudios de aerodinámica, una de las materias primordiales en el éxito o fracaso de cualquier coche de carreras.
Actuando de forma similar a la que lo hacen con las piezas de los autos, la potente computadora de Williams en su fábrica de Oxfordshire analizó al detalle el comportamiento del aire frío en el interior de los refrigeradores. "Parece muy simple, pero es muy complejo en términos de mecánica de fluidos", asegura Ian Cluett, jefe de Programas de Williams. "Se llegó a estudiar cómo funciona el frigorífico dependiendo de que sus estanterías estén llenas o vacías, o teniendo en cuenta si la gente mete sus manos dentro o si las tiene fuera y por tanto no interceptan el flujo", explica Cluett.
Se llegó a estudiar cómo funciona el frigorífico dependiendo de que sus estanterías estén llenas o vacías, o teniendo en cuenta si la gente mete sus manos dentro o si las tiene fuera y por tanto no interceptan el flujo
"Recibí un correo de Williams diciéndome que querían trabajar en esto con nosotros", desvela Paul McAndrew, director general de Aerofoil Energy. "Cuando les respondí les pregunté que si sabían que estábamos hablando de muebles refrigeradores, no de coches de F1. Ellos me dijeron que sí y me explicaron que tienen un departamento precisamente dedicado a desarrollar tecnología externa a la F1".
McAndrew explica que el origen y la razón de ser de este avance es el ahorro de energía, "que puede ser de entre un 10 y un 32 por ciento, dependiendo de las características del aparato".
Ese consumo de energía constituye un porcentaje significativo de los costes operativos de un supermercado. Además, el denominado "síndrome del pasillo frío" es desagradable para los compradores.
En el Reino Unido, Sainsbury, la segunda mayor cadena de supermercados del país, está probando el producto desde el pasado mes de junio en varias de sus 1.100 tiendas. Sainsbury utiliza el 1% del total de la energía que se consume en Gran Bretaña y, dentro de su Plan de Sostenibilidad, se ha comprometido a reducir las emisiones absolutas de carbono en un 30% para el año 2020. Esta tecnología nacida al calor de la F1 puede jugar un papel clave en la consecución del objetivo.
Según Paul McAndrew, ocho de las diez cadenas más grandes de supermercados en el Reino Unidos están interesadas en usar esta revolucionarias tiras-alerones, y la compañía está pensando en expandirse a Estados Unidos, China, y África.
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