"Esta derrota es el error más grande de la temporada". Xavi Pascual, técnico del Barcelona Lassa, se mostró contundente después de que su equipo cayese, hace una semana, en el Palau Blaugrana frente al Baskonia. Los culés no aprovecharon la buena dinámica europea que pudo haber creado la épica victoria en cancha del Real Madrid y concedieron un duelo en casa, prórroga mediante, que ha provocado efectos preocupantes.
El vestuario reconoce que el tropiezo en el partido contra el Laboral Kutxa les hizo mucho daño. Les ha sumido en un bajón, reconocido ante los medios por el propio Pascual, del que esta jornada se aprovechó el correoso Brose Baskets germano. Los azulgranas cedieron inesperadamente en el feudo del equipo con menos nombre del Grupo F del Top 16 de la Euroliga y se han colocado al borde del abismo en la competición, en una tesitura que comienza a recordar a la que agobió al Real Madrid en la primera fase del torneo.
Cuatro derrotas en seis partidos (diez en treinta y ocho en el cómputo global del curso) y la sombra de la eliminación antes de alcanzar los octavos de final, lo que en Can Barça sería un fracaso morrocotudo. La apatía mostrada por el plantel en tierras alemanas ahonda en las malas sensaciones que rodean últimamente a una escuadra que se ha situado penúltima en un grupo de ocho equipos de los que sólo cuatro avanzarán a la siguiente ronda.
El vestuario reconoce que el tropiezo con prórroga en el partido contra el Laboral Kutxa les hizo mucho daño
CSKA de Moscú y Khimki, el dúo ruso, parecen sólidos en cabeza. Tras ellos, un gran Laboral Kutxa y el sorprendente Brose de Andrea Trinchieri cierran provisionalmente el cuarteto de cabeza. A rebufo quedan, ojo, el Real Madrid y el Olympiacos. En la cola encontramos al Barça, superando sólo al flojo Zalgiris, que ha tenido que echar mano, en un principio como técnico interino, del mítico Sarunas Jasikevicius. La empresa catalana no es sencilla.
Mentalmente mermados y en un valle físico palpable, los barceloneses se ven forzados ahora a no fallar en la Ciudad Condal y a arañar al menos uno de los partidos que les restan como visitantes (Moscú, Vitoria y Kaunas). La irregularidad del equipo tiene su alegoría en Ante Tomic, en un momento muy gris de forma y destinado, sobre el papel, a ser el mascarón de proa del proyecto.
Nombres como Navarro, Perperoglou u Oleson, por diferentes circunstancias, no ofrecen el desequilibrio que se espera de ellos. Otros, como Vezenkov, parecen arrinconados en el banquillo. Y Carlos Arroyo continúa en el dique seco. Por tanto, sólo efectivos como Pau Ribas, Tomas Satoransky o Justin Doellman se muestran calibrados. Pero no son suficientes para catapultar al plantel en un panorama tan exigente que obliga a la inspiración coral.
No han tardado las miradas en dirigirse a un Xavi Pascual alrededor de cuya figura el debate lleva tiempo siendo permanente. El club viene de un año en blanco, opacado por el eterno rival, y otra temporada de poco lustre en las vitrinas podría suponer el fin del camino de un técnico al que siempre se le ha reprochado cierta racanería hacia el talento. La Copa del Rey está a la vuelta de la esquina. Antes, un partido a vida o muerte frente al Zalgiris. Sólo una buena imagen en ambas citas mejoraría el panorama de un Barcelona Lassa que, en pleno mes de febrero, huele a pólvora.
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