Nada más pitar Hernández Hernández el final del partido, el Barcelona se proclamaba campeón de Liga y Los Cármenes ofrecía una estampa sonrojante. Una riada de espectadores invadía el terreno de juego, frenando en seco la celebración de unos jugadores culés que no tuvieron más remedio que enfilar la bocana de vestuarios con evidente gesto de contrariedad.
La Policía Nacional no conseguía contener a la marea humana, y los propios miembros del cuerpo técnico azulgrana tuvieron que esmerarse como empleados de seguridad improvisados para rescatar a los miembros del plantel de la jauría humana. En busca de cualquier fetiche que pudiera cazar, el grueso de los espectadores del coliseo nazarí privó al Barça de una fiesta que tuvo que trasladarse al vestuario.
Sólo cuando un cordón de seguridad consiguió aislar una porción del terreno de juego, varios futbolistas se atrevieron a volver al verde. Algunos, eso sí, entre los que se encontaban Messi, Suárez y Neymar, desecharon la idea y optaron por no moverse de las entrañas del estadio andaluz.
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