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Final de Champions: catenaccio juventino ante Messi, Cruyff y Guardiola

Messi es el estratega y el ejecutor de los azulgrana. Pogba es el motor y el faro de los juventinos. 

Berlín pone en juego mucho más que la Copa de Europa. Se citan dos equipos mayúsculos que persiguen cerrar un año perfecto con la consecución del triplete, tras ganar las ligas y copas domésticas. Dos equipos opuestos en su concepción de juego. Dos tradiciones, dos escuelas, dos genéticas futbolísticas. Catenaccio a un lado. La herencia de Cruyff y Guardiola revisada por Luis Enrique al otro. Uno se dispara en los espacios, el otro construye su éxito solidariamente emboscando los pasillos. La tormenta perfecta azulgrana, con su descomunal tridente (Neymar-Luis Suárez-Messi), frente al sudoku defensivo desplegado cada partido por la Juventus de Allegri.

Dos jugadores ejemplifican el poder de sus equipos: Lionel Messi y Giorgo Chiellini. El primero es un genio, un futbolista que está mutando constantemente. Comenzó entusiasmando disfrazado de extremo hasta que Guardiola le regaló metros colocándolo como falso 9 para descoser una defensa tras otra. Esta temporada ha madurado futbolísticamente y alterna las diagonales con las apariciones en la medular para dibujar el inicio de unos ataques en los que se da el gusto de aparecer para asistir a Neymar y Luis Suárez. Este Messi 2.0(15) es menos egoísta, lee mejor las defensas y ha convertido a la sociedad que forma con Neymar y Luis Suárez en la más letal de la historia del fútbol. Su paso por el nutricionista ha rebajado su peso unos kilos y ha cambiado los vómitos por sonrisas. Leo ha apostado por la calidad, pero en cantidad industriales. 

El Messi 2.0(15) es menos egoísta, lee mejor las defensas y ha convertido a la sociedad que forma con Neymar y Luis Suárez en la más letal de la historia del fútbol

Giorgo Chiellini es uno de sus defensores que atemoriza a los delanteros rivales. Heredero de la tradición de zagueros como Claudio Gentile o Paolo Montero. Líderes en el campo y fuera de él. Sin embargo, la Juventus ha informado que Chiellini es baja (y habrá que creérles). Una inoportuna lesión muscular le privará de completar todos los partidos de esta Champions. El protagonismo defensivo se lo repartirán entre Bonucci y Barzagli, internacionales italianos, pero más mansos. Así que la figura será el incombustible Gigi Buffon. El portero italiano que advertía en la sala de prensa que el Barcelona es favorito, pero la Juve es italiana. A buen entendedor... 

Allegri quiere desequilibrar el partido en la medular. Todo lo que sea alejar a Messi del área es saludable para la Vecchia Signora. En el centro del campo emerge la figura de Pogba, uno de esos jugadores asimétricos llegados del futuro con un físico privilegiado y sin una posición definida. Para muchos un todocampista. Para otros, un gran producto de márketing. Piqué y Mascherano se verán las caras con la sociedad Tévez-Morata. Dupla que ha crecido exponecialmente durante la temporada. El primero pone el desborde y el desparpajo mientras el segundo aporta el remate y la sofisticación. Buscarán las cosquillas a Mascherano arriba y a Piqué abajo y no suelen dar puntada sin hilo.

Pogba es uno de esos jugadores asimétricos llegados del futuro con un físico privilegiado y sin una posición definida. Para muchos un todocampista. Para otros, un gran producto de márketing

En los banquillos se enfrentan dos entrenadores habituados a las críticas. Dos hombres que se reivindican con esta final. Advertía Allegri que es, probablemente, el partido de su vida. Luis Enrique está a un paso de hacer historia en el Barcelona y ponerse el mundo por montera luego y marcharse abriendo la Puerta Grande. Su relación con el vestuario es más llevadera, pero está muy lejos de ser amistosa. El asturiano acertó al abrir el campo, en lugar de provocar un embudo jugando con los extremos cambiados. 

A esta final llega el Barcelona tras perder tan sólo dos encuentros, uno en la fase de grupos ante el PSG (3-2) y la vuelta de las semifinales en el Allianz Arena por idéntico resultado. El resto son triunfos y poderío goleador: 28 goles a favor. La Juventus por su parte aterriza en Berlín sin conocer la derrota en las eliminatorias y después de recibir sólo cuatro goles en la fase de grupos y tres en los cruces. Dato majestuoso. Los culés persiguen su quinta Copa de Europa, mientras que la Juventus alzaría su tercera Champions. Cuando el partido acabe, uno de ellos coronará la temporada con matrícula de honor, mientras el otro obtendrá el sobresaliente. Berlín resolverá el eterno dilema de la mítica manta de Tim. ¿Taparse los pies o la cabeza?

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