Al vestuario del Barcelona se le ha terminado la paciencia con Luis Enrique. La decisión del asturiano de dejar a sus estrellas en el banquillo en Anoeta, y recurrir a ellas para tratar de salvar posteriormente el partido, ha terminado por agotar el temple de unos jugadores que hace meses que no creen en su técnico.
Desde que Luis Enrique llegó al vestuario, los jugadores han mirado con suspicacia al asturiano. Como ha desvelado Vozpópuli desde hace semanas, su peculiar 'modus operandi' incomoda a la plantilla. Sus decisiones nunca son explicadas y los continuos bandazos han acabado por desorientar al equipo. Hay jugadores que se sienten señalados como Piqué o Mathieu y futbolistas defenestrados como Montoya, que no entiende la forma de actuar del técnico. Otros están perdidos como Rakitic, al que sus idas y venidas en el once han terminado por desconcertarle.
Y después hay un amplio grupo que no comulga con la forma de actuar de Luis Enrique. Entre ellos Messi, con quien el técnico aún no se ha sentado a hablar para explicar su forma de ver el fútbol o conocer las impresiones del argentino sobre el libreto de juego del entrenador. El vestuario comenzó a cuestionar su idoneidad el 27 de octubre, después de la derrota ante el Real Madrid en un partido en el que los jugadores no conocieron el once y el sistema hasta minutos antes del partido.
Pero lo que ha hecho rebosar el vaso ha sido lo ocurrido en Anoeta, donde jugadores como Messi o Neymar, a los que Luis Enrique dio más días libres, fueron señalados siendo enviados al banquillo. Y después fueron reclutados para tratar de resolver el desaguisado ante una Real Sociedad que fue capaz de mantener la renta.
La paciencia del vestuario se ha agotado Hay jugadores que cuestionan abiertamente la valía del asturiano para administrar un vestuario grande como el del Barcelona. Incluso, un peso pesado ha llegado a advertir que Luis Enrique "es el peor entrenador que he tenido en mi carrera". Nadie entiende sus decisiones, no conocen las razones de los tumbos tácticos que da y con Messi no tiene ninguna química.
Y en medio de toda esta zozobra, ayer Zubizarreta señaló a Bartomeu, al ser preguntado en Canal + por la responsabilidad en la sanción del TAS: "Yo asumo mi responsabilidad, pero estoy tranquilo. Cuando ocurrió todo, el actual presidente era vicepresidente deportivo". Vienen horas difíciles para el Barcelona y para Luis Enrique con una afición que no le quiere y un vestuario que le señala como culpable de la involución futbolística que ha convertido a un Barcelona exuberante en un equipo mediocre y sin recursos.
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