Deportes

El inadmisible 'hooliganismo' en las redes

Insultar a los jugadores, tanto si son rivales como si son del propio equipo, a los árbitros, a los periodistas o a los familiares de cualquiera de ellos es el pan de cada día en las redes sociales. Pero no todo vale ni puede valer en el fútbol

Este domingo el periodista Carlos Martínez era otra vez trending topic. En esta ocasión también le acompañaba Julio Maldonado, alias Maldini. Muchos usuarios de Twitter afeaban a ambos comentaristas su presunto antimadridismo porque discrepaban de su forma de narrar el partido entre Real Madrid y Valencia. Por supuesto, están en su derecho de mostrar su desacuerdo. Pero algunos de ellos volvían a sobrepasar los límites de la educación, el decoro o incluso el Código Penal al lanzar todo tipo de improperios contra Martínez y Maldini

Casi al mismo tiempo la actriz Sara Sálamo denunciaba en la misma red social que estaba siendo víctima de furibundos ataques machistas. Algunos hooligans de este maravilloso deporte se dedicaron a publicar insultos que prefiero no reproducir contra ella porque resulta que es la pareja de Isco Alarcón, jugador del Madrid que no anda en el mejor momento de su carrera. Estos insultadores profesionales culpan a la actriz del pobre rendimiento de su pareja y la ponen de vuelta y media cada vez que él disputa un partido. 

El día anterior jugaba el Barça frente al Betis. Un rato antes de que se iniciase el duelo trascendió que Koeman dejaba en el banquillo a Messi. Cualquier amante de la maldad, el odio y la sinrazón podría haberse divertido de lo lindo leyendo unos cuantos vituperios de trazo grueso que unos y otros, tanto defensores del entrenador como del jugador, vertieron en diferentes redes para opinar sobre el asunto. Más que opinar, habría que decir vomitar o ventosear. 

Quienes insultan son una minoría, es cierto, pero no por eso podemos hacer como si no ocurriera un fenómeno deplorable: el 'hooliganismo' de los campos ha pasado de las gradas a las redes sociales

Son solo tres ejemplos de este fin de semana. Pero podríamos haber elegido otros muchos casos recientes. El insulto relacionado con el fútbol se ha normalizado en las redes sociales. Quienes insultan son una minoría, es cierto, pero no por eso podemos hacer como si no ocurriera un fenómeno deplorable. Me refiero, claro, a cómo el hooliganismo de los campos que aquí hemos denunciado ha pasado de las gradas a las redes sociales. Es idéntico en su funcionamiento. Es igual de primario. Igual de infame.   

Bramar contra los jugadores, tanto rivales como del propio equipo, contra los árbitros, contra los periodistas o contra los familiares de cualquiera de ellos es el pan de cada día en las redes sociales. Es algo inadmisible a lo que ya nos hemos acostumbrado. Vilipendiar, menospreciar o linchar así a otras personas no puede entenderse ni justificarse por aquello de que el fútbol es pura pasión. Lo mismo que hemos repetido aquí sobre lo que ocurre en las gradas y en el campo sirve para definir (y combatir) lo que pasa en las redes. 

Los aficionados tienen que saber que no todo está permitido en el fútbol. No todo vale ni puede valer. Tenemos que civilizar entre todos este deporte. En los estadios y fuera de ellos. Algunos objetarán que estas cosas ocurren en las redes a menudo y no sólo con el fútbol. Tienen razón, pero eso no convierte esos comportamientos en normales ni positivos ni edificantes. Otros dirán que cambiar este estado de cosas es una tarea imposible. Puede que también acierten. Y precisamente por eso hay que seguir intentándolo.

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