No era raro encontrar en la grada del Santiago Bernabéu a alguien que ya hubiese perdido la fe en el Jesé. El canario, que reventó a jugar en el invierno de 2013, parecía haber perdido el apetito por triunfar desde que Sead Kolasinac le descosiera la rodilla derecha en aquella noche de Champions. Sin embargo, se diría que el del barrio de La Feria está recuperando sensaciones en esta primera pretemporada de Benítez. Con reservas, sí, pero los déjà vus empiezan a ser indudables.
Su último año y medio no había ofrecido demasiadas razones para el optimismo. A las complicaciones después de la operación en la articulación dañada, infección incluida, les siguió un Jesé apático cuando el palmense tuvo luz verde para el fútbol. Sin chispa, incapaz de variar partidos con su concurso desde el banquillo, ni siquiera su tradicional facilidad goleadora le acompañaba. Si a ello se le sumaba su habitual carácter disperso en lo extradeportivo, no resultaba extraño pensar que el Real Madrid podría estar perdiendo para la causa a una de sus grandes esperanzas de futuro.
La gira veraniega del Real Madrid ha destapado a un Jesé muy fino
Hubo quienes comenzaron a trazar paralelismos con la carrera de su gran amigo, aunque tradicional némesis en lo deportivo, Gerard Deulofeu. Ambos talentosísimos; los dos diluidos en una exigencia que parecía superarles.
Sin embargo, la gira veraniega del Real Madrid ha destapado a un Jesé muy fino. Sus fogonazos vuelven a ser una pesadilla para el rival y contra el Tottenham, sin ir más lejos, rozó el gol actuando como nueve puro, en ausencia de Benzema. Él mismo, además, arrastró a los centrales en el tanto de James que terminaría abriendo el marcador. El fútbol del canario empieza a sugerir que Rafa Benítez puede haber encontrado en él, como poco, a un suplente muy fiable.
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