El terremoto económico y social que supone el 'no' del Reino Unido a seguir en la Unión Europea es ya patente. Los británicos quedan fuera de un mercado común que les otorgaba facilidades de relación con el continente tanto en lo económico como en lo laboral. Con ese panorama radicalmente modificado, uno de los emporios que paseaban con más orgullo el nombre de las Islas por el mundo, la Premier League, se ve tocada seriamente en su línea de flotación.
Ejemplo de gestión para tantas otras competiciones deportivas de élite, el escalón supremo del fútbol inglés presumía de cosmopolitismo en su edad contemporánea, contando con jugadores de 64 nacionalidades diferentes sólo en el último campeonato. Un mosaico que ahora mermará debido a un 'brexit' que tendrá consecuencias muy negativas en la que, para algunos, es la liga más mediática del mundo.
Dentro de algunos años (se especula con un mínimo de dos para completar definitivamente un proceso de separación), por ejemplo, la realidad de su opulento mercado de fichajes cambiará. Según la BBC, 332 jugadores que actualmente militan en la Premiership, el Championship (la segunda división inglesa) y la Premier League escocesa no cumplirían los requisitos para obtener un permiso de trabajo y se verían forzados a elegir otros destinos.
El quid de la cuestión reside en que legislación británica actual exige para ello a los futbolistas extracomunitarios haber jugado entre el 30% y el 75% de los encuentros disputados por su selección en los últimos dos años (a más arriba esté el combinado nacional en el ránking FIFA, menos son las internacionalidades requeridas). Actuales estrellas como Kanté, Martial, Lukaku o Payet no hubieran pasado esa criba.
Un menor número de grandes nombres haría que la Premier League perdiera definitivamente el puso planetario con La Liga
Por ello, la burbuja que ya ha empujado a traspasos como el de Raheem Sterling al Manchester City, que pagó al Liverpool casi 70 millones de euros, se inflaría aún más dentro de un mercado tan provinciano. El producto british se encarecería, conduciendo irremediablemente a un descenso del nivel general y, con total seguridad, también a una caída del interés extranjero sobre una competición que hasta el momento es ejemplo de crisol cultural.
Sin dejar este apartado, el 'brexit' también pondría fin a la importación de talento joven que tanto ha caracterizado a los viveros futbolísticos ingleses. Equipos como el Arsenal verían seriamente amenazada su política de captación, ya que no podrán fichar a jugadores de entre 16 y 18 años merced al artículo 19 del Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores de la FIFA. Esta regulación sólo permite el traspaso esos menores dentro del territorio del Espacio Económico Europeo (Unión Europea, Islandia, Noruega y Liechtenstein), por lo que técnicos como Wenger deberían enfocarse, de nuevo, sólo en las promesas locales.
Con las manos tan atadas a la hora de fichar, no sería de extrañar que entrenadores de primerísimo nivel como los recién firmados José Mourinho o Pep Guardiola optasen por elegir propuestas de ligas cuyo mercado sea más fluido. Y tres cuartos de lo mismo con sus jefes, jeques y potentados que abandonarían la idea de invertir en una liga tan autárquica, en la que los derechos de televisión terminasen reportando peores dividendos. Un menor número de grandes nombres que haría que la Premier perdiera definitivamente el puso planetario con La Liga.
Reino Unido ha decidido darle la espalda a Europa. Y, quizá sin pretenderlo, han provocado que su fútbol, orgullo nacional, también lo haga. Hora de atenerse a las consecuencias de haber malherido a una de sus grandes gallinas de los huevos de oro.
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