Junior Seau tenía 43 años cuando se suicidó en 2012. En aquel momento ya había puesta una demanda contra la NFL a la que millares de jugadores acusaban de haber escondido los efectos de las contusiones cerebrales, tan habituales en el fútbol americano, en la salud a largo plazo de los deportistas.
La muerte de Seau, una enorme estrella de la liga durante una década, fue un impacto más en la maltrecha reputación de la NFL. Un mes antes de su deceso se había suicidado Ray Easterling, también ex jugador y uno de los primeros en demandar a la liga. Ambos tuvieron idéntico informe forense: encefalopatía crónica traumática.
La NFL es el mayor negocio del deporte americano, con un beneficio estimado de 25.000 millones de dólares anuales, pero en esa fértil tierra había crecido en los últimos años la sombra de la duda. Este jueves un acuerdo extrajudicial redujo los problemas exponencialmente para la liga.
Serán 765 los millones de dólares que pague la NFL a más de 18.000 jugadores retirados, de los cuales más de 4.000 firmaron la demanda. La Liga tendrá tres años para pagar la mitad de esa cifra y 17 más para completar el pago. Diez millones irán a investigación, 75 a análisis médicos y el resto servirá para indemnizar tanto a ex jugadores como a las familias de los jugadores muertos por dolencias relacionadas con las contusiones cerebrales.
Hay una macabra lista en la que se cuantifica cuánto vale cada dolencia: hasta cinco millones la encefalopatía lateral amiotrófica y el alzheimer, cuatro las encefalopatía crónica traumática, tres la demencia…. Una parte del dinero se guardará por si en el futuro aparecen nuevas dolencias a jugadores en los que aún no se han presentado síntomas, aunque el acuerdo sólo cubre jugadores retirados con anterioridad a 2011, año en el que empezó el proceso.
La NFL, que hoy dirige el comisionado Roger Goodell, no admite ninguna culpa por todo lo ocurrido. “No se puede considerar que las lesiones de los demandantes fueran causadas por el fútbol americano”, reza el texto del acuerdo. La NFL gana, pues todo el mundo esperaba más dinero y más problemas, especialmente si se llegaba a los tribunales y empezaban a salir a la luz pública informes médicos de la competición en los que, muy probablemente, se demostraría que la liga conocía los problemas que causa la práctica deportiva y no hizo nada por evitarlo. En los últimos años, cuando las evidencias ya eran objeto público, la liga ha dedicado sus esfuerzos a cambiar las normas y los protocolos por contusiones para hacer del deporte algo menos lesivo para sus practicantes.
Los demandantes aceptan, aunque hay voces críticas entre ellos, pues ven que el proceso se iba a eternizar, que no era probable que el juicio empezase antes de 2018 y que un jurado podría no hacerles caso. La cifra conseguida está muy por debajo de las previsiones iniciales y mucho más aún si se observan los balances del campeonato. La liga gana, pues el acuerdo sienta un precedente, aunque es poco probable que la cosa haya terminado realmente con este acuerdo. Ya hay nuevas demandas en marcha, jugadores retirados recientemente como Clinton Portis o Daunte Culpepper que no llegaron a la demanda anterior pues aún jugaban cuando empezó todo esto.
Los intereses creados han descubierto en el fútbol americano un drama y un mundo de influencias y silencios. La última de las polémicas la ha tenido ESPN, la gran cadena deportiva, que ha quitado su nombre de un documental sobre el tema realizado junto con la prestigiosa cadena PBS. La ESPN tiene buena parte de los derechos televisivos de la NFL y esta ha presionado para que no apoyaran el documental. Aunque la ESPN ha informado profusamente sobre el tema, y ha realizado otros trabajos atacando la polémica, esta vez no han conseguido desmarcarse de la fuerza de la liga, que representa su mayor granero de espectadores.
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