El fútbol es "por y para los aficionados"; o eso suelen defender quienes muestran interés por su progreso y condición. Sin embargo, el deporte rey lleva tiempo viéndose acusado por un fenómeno "ilegal" que reúne, a su vez, millones de aficionados en contra de su carácter vigente. Ese es el mundo de la piratería, donde poder ver un partido de fútbol desde casa no implica un coste monetario considerable; incluso hay veces que directamente ni lo considera.
La queja suele darse tras el conocimiento de los precios de las entradas para un evento del calibre, por ejemplo, de una final de Champions. Los tickets para asistir al estadio van desde los 100 euros, los más baratos a la par que escasos, hasta los 700 euros o más en los casos más acomodados. Un privilegio reservado, prácticamente, para las élites. Algo parecido ocurre con las tarifas que proporcionan las distintas operadoras para poder ver el fútbol en la televisión: altas tasas y cuotas mensuales que suponen un gran esfuerzo para muchas personas, familias o varios establecimientos.
Con esta premisa, la de poder ser un servicio "más accesible para todo el mundo", la piratería ha logrado llevar el fútbol hasta cualquier rincón del planeta: nacieron diferentes plataformas, operadores infiltrados, redes con emisiones en directo y todo tipo de prestaciones que han permitido, entre otras muchas cosas, disfrutar del fútbol a bajos costes. El problema, tal y como defienden los expertos, es que la piratería consiste en la "copia o distribución ilegal a través de Internet de un material sujeto a derechos de autor".
Esto tiene efectos perniciosos para las industrias de la creación, como el cine, la edición, la música o el juego. En esto último es en lo que incide Javier Tebas, presidente de LaLiga, quien participó hace unos meses junto a otros referentes futbolísticos en una mesa redonda que analizaba el problema de la piratería en el deporte. "La piratería ha crecido cuatro puntos durante esta temporada: es un crimen organizado, transnacional y que evoluciona a una velocidad altísima. Si no hubiera piratería, tendríamos más abonados y podríamos beneficiar a nuestros suscriptores con mejores ofertas y mejores contenidos de todo tipo", concluyó Tebas en dicha sesión.
Por ello mismo, la entidad española lleva años invirtiendo en encontrar una solución ante la exponencial crecida de piratería digital en el fútbol. Sin ir más lejos, hace un par de años LaLiga Tech, la filial que reúne las soluciones tecnológicas desarrolladas por LaLiga, puso en marcha varias herramientas internas que agilizaron la detección y la denuncia de conductas ilegales. Por ejemplo, en la temporada 2021/22, LaLiga Tech fue capaz de eliminar más de 1.065.000 vídeos en YouTube, más de 368.000 vídeos en otras redes sociales, más de 75.800 sitios web y más de 820 aplicaciones móviles que eran utilizadas para el consumo de contenidos piratas.
El jaque de LaLiga a la piratería: multas para todos los usuarios y beneficiados
"Estamos preocupados, pero conocemos la solución", contaba también Tebas en la mesa redonda. "Sabemos quiénes están retransmitiendo fútbol gratis; tenemos localizadas las 46.000 IPs y los nombres y apellidos de sus dueños. Nos falta un paso final para acabar con la piratería: que los gobiernos creen leyes. No nos olvidemos que esto es un delito en toda norma y hay que legislarlo".
Meses después, la petición del presidente ha sido concedida. Hasta ahora, solo se podía sancionar a las empresas y distribuidoras que ofrecían este producto de manera ilegal. Sin embargo, un auto del Juzgado de lo Mercantil número 8 de Barcelona ha dado pie a un nuevo escenario. Este jueves se daba luz verde a que LaLiga pueda obtener, a través de las operadoras españolas, los datos de aquellos usuarios que consuman fútbol en webs o enlaces de piratería.
Eso sí, la "solución" que Tebas buscaba no ha llegado por parte del Ejecutivo, sino desde una sentencia judicial en Cataluña. Tal y como menciona el propio auto, la identidad de los usuarios que se conecten de manera pirata se dará a través de: "El Informe Técnico, Fichero con Cuadro de identificación de Servidores (información de direcciones IP y puertos), Pruebas de contenidos audiovisuales protegidos a los que se accede forma ilícita y Guía de información que se solicita". De tal forma que LaLiga pasará a tener un mayor control sobre los contenidos de piratería y estos servicios "ilegales".
Es más, el documento judicial también resalta lo siguiente: "La entrega de dicha información se realizará directamente desde los operadores a LaLiga mediante envío por canal seguro electrónico sin necesidad de comparecencia presencial en sede judicial". Es decir, se agilizarán de esta forma los plazos para la actuación. Conviene apuntar, no obstante, que esta nueva normativa se trata de un auto y no una sentencia, por lo que solo podría hacerse efectiva si un juez lo solicita de manera expresa, por lo que aún no es viable.
El modelo italiano a imitar: desde pagos de 5.000 euros a sanciones penales
"Estamos hablando con Google y otras plataformas para que se puedan localizar también en los teléfonos móviles", explicó Tebas en la sesión mencionada. "Si se puede hacer y se hace, por ejemplo, para delitos como la pornografía infantil, para la propiedad intelectual, que es robar, lo tendrían que hacer también". Este paso supone un hito para la lucha en España contra la piratería, que se aproxima cada vez al modelo establecido en Italia. En el país vecino, las medidas van de multas que ascienden hasta los 5.000 euros para aquellos clientes consumidores de fútbol pirada, a sanciones penales de hasta tres años a los encargados de su distribución.
Con la implementación de este fallo, por lo tanto, se espera que la incidencia de la piratería experimente un descenso destacable, mientras que los consumidores se verán incentivados, por consiguiente, a recurrir a métodos legales para disfrutar del fútbol. Este cambio de paradigma no solo beneficiará a las ligas y a los operadores, sino que también contribuirá en el crecimiento y en la sostenibilidad financiera del fútbol de cara a su futuro más cercano.
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