"¡La que ha liado Hamilton!", gritó Antonio Lobato, famoso narrador de Fórmula 1 en Antena3. Era la primera curva del reciente GP de Bélgica (2 de septiembre) y el Lotus de Grosjean acababa de volar a escasos centímetros del casco de Fernando Alonso tras un accidente múltiple con el McLaren del increpado piloto inglés. Segundos después, vista la repetición, Lobato pidió perdón a Lewis tras comprobar que la culpa fue del francés.
Al periodista asturiano le traicionó la inercia instalada en España desde la tumultosa convivencia en McLaren de Hamilton y Alonso. La guerra civil entre ambos acabó regalando el título a Raikkonen, entonces en Ferrari, y Lewis quedó marcado en los medios de comunicación españoles como el "malo" de la F1. Titulares como "Otro favorcete a Hamilton", ""Lewis Hamilton es el piloto insancionable" o motes despectivos del estilo "Rapidín", "Caballo Loco" o similares fueron norma durante el convulso 2007. El británico, campeón del mundo en 2008, siguió recibiendo críticas habituales desde entonces, bastante atenuadas desde que hace meses Alonso le alaba de forma constante por su innegable calidad en la pista.
Aquel ambiente irrespirable caló en la repentinamente millonaria e inexperta afición española, que llegó al extremo del paroxismo en febrero de 2008, durante unos entrenamientos invernales de las escuderías en el circuito de Montmeló. Con la excusa del Carnaval, un grupo de espectadores se disfrazaron de negros y portaron camisetas con el lema: "Familia de Hamilton". Otros profirieron insultos racistas, algunos más gritaron contra el garaje de McLaren (vídeo) y el escándalo traspasó fronteras.
En Inglaterra llegaron a pedir a la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) que excluyera a España del calendario del Mundial de aquel año 2008 -entonces había GP en Montmeló y Valencia-, pero el circuito de Catalunya anunció severas medidas de seguridad para las citas siguientes, y la tormenta pasó.
La temporada y el título mundial de Hamilton en la última carrera y el último giro no hizo más que aumentar su impopularidad. Porque durante todo el campeonato arreciaron las acusaciones periodísticas españolas sobre pesuntos favores de la FIA al inglés y, sobre todo, porque este le arrebató a Fernando Alonso la marca honorífica de campeón más joven de la historia (le duró sólo dos años, hasta el primer título de Vettel).
Ahora, cuando Alonso está con el agua al cuello y necesita recortar 13 puntos de desventaja en la última cita de 2012, el próximo domingo en Brasil, todo ha cambiado. Ya en Austin más de uno dejó caer que no estaría mal que Hamilton se hubiese llevado por delante a Vettel, lo que hubiera supuesto 0 puntos para el alemán, así que prepárense a oir alabanzas exageradas e incluso petición de agresividad a Lewis cuando antes precisamente se le mataba por eso. Son esas cosas tan españolas "del querer".
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