Tal vez nunca una convocatoria de la selección española haya permitido tan variadas lecturas. Aquí elegimos para empezar y a nuestro pesar una de las más tristes. Porque la extraña lista de jugadores para la Eurocopa elaborada por Luis Enrique confirma el final de la mejor generación del fútbol español. De aquellos muchachos que ganaron el Mundial de Sudáfrica en 2010, sólo el azulgrana Busquets defenderá a España en el campeonato continental que aquella generación ganó en dos ocasiones.
De aquel grupo quedaban el propio jugador del Barça y dos perlas de la cantera del Sevilla que han triunfado como Sergio Ramos y Jesús Navas. Durante la fase de clasificación para esta Eurocopa que se juega en media Europa parecía que ambos estarían en la cita. Pero el sorprendente listado que daba a conocer el seleccionador este lunes no incluía esos dos nombres que brillaron sobremanera en aquellos cuatro años galácticos de títulos (Eurocopa 2008 -ahí Navas no estuvo-, Mundial 2010 y Eurocopa 2012).
Cierto es que han pasado ya diez años y que algunos de sus jugadores o bien están retirados o bien han dicho adiós al conjunto nacional. En el fútbol, como en la vida, no puede vivirse de los recuerdos. El presente es demasiado fugaz y demasiado frenético como para mirar atrás por mucho tiempo. Pero el peso de estos jugadores, en especial el de Ramos, en la memoria de los aficionados es tan grande que cuesta no reparar en este cambio generacional.
Los galones y las batallas disputadas sí importan en el fútbol, aunque sea, si no estás en condiciones para jugar, para aconsejar en el vestuario, para sugerir en los entrenamientos y para animar desde la banda a los compañeros
Creo que, por encima de los colores de cada uno, muy pocos aficionados pueden entender la decisión de dejar a Ramos fuera de este torneo. Es el estandarte y capitán de este equipo. Es quien más veces se ha enfundado esa camiseta. Es un portento físico capaz de recuperarse a tiempo para un torneo que empieza dentro de veinte días. Los galones y las batallas disputadas sí importan en el fútbol, aunque sea, si no estás en condiciones para jugar, para aconsejar en el vestuario, para sugerir en los entrenamientos y para animar desde la banda a los compañeros.
Con todo, no es la nostalgia, es la necesidad futbolística. Quiero decir que la inesperada ausencia del futbolista de Camas que ha decidido Luis Enrique no es sólo criticable porque miremos al pasado, sino precisamente porque miramos al presente y al futuro más inmediato de la propia selección. A lo que se tiene y a lo que hace falta.
¿Conviene perder tanta veteranía para un torneo de estas características? ¿De verdad resulta lógico convocar a un central como Laporte que nunca ha jugado con la selección o llevar a un Eric García que apenas ha jugado durante la temporada en su equipo? ¿Por qué se quedan dos plazas vacías en el conjunto nacional? ¿No era mejor al menos probar a Ramos antes de la competición y dejarlo fuera si, como deduce el técnico asturiano, estuviera tan mal para jugar?
El debate sobre Ramos ya está en la calle y en los medios, de manera que es obvio que acompañará al equipo y a su entorno, siempre tan venenoso, durante toda la competición
Con todo, lo más inexplicable de esta polémica decisión tiene que ver con el ámbito mediático. Porque los escasísimos defensores de lo que ha hecho el entrenador arguyen que si Ramos iba convocado, todo el torneo estaría marcado por si jugaba o no, por ese debate, de manera que el ambiente se enrarecería en el grupo. "Quiero llevar a los que saben que pueden jugar", decía Luis Enrique al presentar la lista como para ahuyentar esa controversia.
El error del técnico es mayúsculo porque ha conseguido justo lo contrario. Ha puesto la venda mediática antes de la herida. El debate sobre Ramos ya está en la calle y en los medios, de manera que es obvio que acompañará al equipo y a su entorno, siempre tan venenoso, durante toda la competición. Por mucho que algunos se empeñen, esto no es comparable a aquel caso de Raúl y Luis Aragonés, básicamente porque ambas situaciones nada tienen que ver. Y tampoco este caso es equiparable a otras ausencias inopinadas de este torneo como la de Aspas o el propio Navas. La prueba es que a Ramos ya lo estamos echando de menos.
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