Luis Aragonés no va a volver a entrenar. Nunca se sabe, pero Luis sí lo sabe. Es una convicción. Lo declaró abiertamente por primera vez el pasado miércoles en la entrevista que publicó 'Vozpópuli' en dos entregas, el jueves y el viernes, y que tanto ha dado que hablar desde entonces. Según ha trascendido ahora, ya lo había comentado con anterioridad en veladas más íntimas e incluso en un acto conmemorativo que le organizó el colegio madrileño de entrenadores. En realidad todos lo daban por hecho. La novedad fue que el afectado no lo había verbalizado nunca en un medio de comunicación.
Las afirmaciones del inventor de La Roja en 'Vozpópuli' sonaron rotundas y no dejaban mucho margen para la interpretación. No desde luego en opinión de todos los medios, que tras leerlas entendieron que debían hacerse eco (unos pocos sin citar) y llevarlas a sus portadas o a sus informativos con titulares de su cosecha que circulaban alrededor de la misma idea: ‘Luis anuncia su retirada’. Todo un acontecimiento.
Y sin embargo, cuando los homenajes al entrenador español más importante de todos los tiempos empezaron a descolgarse, cuando toda la gente del fútbol se lanzó a dedicarle palabras de reconocimiento, fue el propio Luis Aragonés, quizás violento en su funeral, el que le adjudicó una interpretación distinta a sus palabras. No las negó, pese al afán desmentidor de algunos encabezamientos. Y aunque lo pareciera, tampoco se retractó. Pero sí las matizó. Lo suyo fue una reflexión sobre su final como entrenador, vino a decir, no el anuncio oficial de su retirada. Y frenó así en seco los obituarios.
Cuando Luis Aragonés afirmó ante quien esto escribe, delante de un plato de jamón ibérico, un par de cervezas (se empeñó en pagar él) y una grabadora, que no iba a entrenar más, no lo decía como quien adquiere un compromiso. Se declaró retirado, porque así lo asume, abundó en los motivos que le han llevado a esta decisión, habló de cómo iba a ser a partir de ahora su día a día como jubilado y dejó una humilde definición de sí mismo para aquellos que se quedaban ya sin la oportunidad de verle en activo. Pero no como promesa, sino como pronóstico o diagnóstico. Bueno, el matiz cabe.
El más grande de los entrenadores, y Luis lo es, tendría derecho a jubilarse y regresar cuantas veces quisiera. A declararlo y a desdecirse. Incluso el día que se fuera habría que convencerle para que volviera (como hizo alguno el jueves pensando más en su vanidad que en la del técnico). Sin irse, se le echa de menos. Pero no hay caso. Lo que Luis Aragonés dice es que no va a volver a entrenar más, pero que no se retira. Porque nunca se sabe. Aunque Luis sí lo sabe.
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