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Marc Márquez no es Fernando Alonso

   

Lleva el motociclismo cogido de las solapas. Ya fue el mejor del mundo en 125 cc, fue el mejor también en Moto2 y lo está siendo igualmente en la cilindrada reina. Si finalmente conquista la corona de MotoGP será el piloto más joven en hacerlo. Tiene sólo 20 años y al personal con la boca abierta desde el primer día. Un estilo ambicioso, decidido y valiente, temerario según algunas versiones, que ha puesto literalmente a temblar a sus compañeros de profesión. Una manera de ganar agresiva que entusiasma a los aficionados y que no parecen aceptar algunos de sus competidores, que le miran mal, le retiran el saludo, le descalifican en público. Márquez no entra al combate fuera de la pista. Simplemente sonríe.

Quedaba por ver cuál sería la reacción de Márquez en las malas, cuando le tocara sufrir un contratiempo por motivos ajenos. Y ese día llegó ayer domingo en Australia, cuando tenía el título al alcance, en forma de una pésima decisión de equipo. Un error que le apartó de la carrera con bandera negra, descalificado por entrar a cambiar de moto en una vuelta en la que ya no estaba permitido, y que le complica sus opciones de victoria final (aunque aún conserva una renta de 18 puntos sobre Lorenzo con dos carreras por delante).

Una faena importante difícil de digerir en un mundo tan profesionalizado. Un fallo ajeno ante el que unos cuantos divos del deporte acostumbran a ponerse gritones y desagradables. Y, sin embargo, Márquez lo resolvió con una elegancia extrema, con una deportividad sólo al alcance de los más grandes. Una colección de frases casi más emocionantes que sus grandes exhibiciones sobre la moto y que se resumen en una. “Me han pedido disculpas de mil maneras posibles, pero les he dicho lo que siempre les digo: un día fallaré y otro fallaréis vosotros”. Por un compañero así, pensarán en Honda, merece la pena darlo todo.

No se quejó ni siquiera del castigo ni de la improvisada reglamentación. Elegante y positivo siempre: “Si hemos tenido este error, pues lo tenemos que asumir. Porque los otros equipos están en la misma situación y no lo han cometido. Así que seguro que en el futuro no nos vuelve a pasar”. Y a sonreír de nuevo. Una lección en la derrota, por causas ajenas a su voluntad, de la que deberían aprender muchos. ¿Habrían reaccionado igual Pedrosa o Lorenzo? El que a todos se nos viene a la cabeza (y su poblado ejército de fanáticos), seguro que no.

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