Esta vez no fue un tópico ni un chiste. Ni el ardid original de un buen representante o un amigo periodista. Esta vez sí que suena Míchel. Y con fuerza. Desde que anoche su Olympiacos le propinó un meneo de campeonato al Manchester United, alicaído en esta era post Sir Alex Ferguson, su nombre fue el más repetido. Escuchado una y otra vez, sonando de verdad, por encima incluso del escándalo de la jornada (el despido surrealista y lamentable, en el fondo y en las formas, de Movilla y Paredes anunciado por el Zaragoza) o del nuevo capítulo económico de Neymar, por el que el Barcelona no deja nunca de pagar. Míchel, Míchel, Míchel… Sonó Míchel.
Su equipo hizo una proeza. Ganó en casa, lo que pese a lo que parece es en este caso todo un acontecimiento. En los otros cinco partidos jugados en la ida de los octavos de final de Champions ganaron los visitantes, incluso de manera autoritaria. Tiene una explicación coherente, jugaron fuera los equipos que terminaron la liguilla previa como primeros de grupo. Todos menos el Olympiacos, que apartó la historia y la clasificación y se pegó el homenaje de su vida. De la del Michel entrenador, desde luego. El partido y el resultado es de los que se quedan, de los que generan ruido y ofertas de trabajo.
Fue el triunfo de la fe, del trabajo psicológico de un preparador que convence a sus jugadores, aparentemente menores, de que pueden, de que son capaces. Un plan táctico desarrollado con máxima intensidad y esfuerzo que ahogó al renqueante Manchester. La determinación en los balones divididos, la anticipación permanente y el atrevimiento para quedarse la pelota e intentar con ella cosas para las que incluso Messi puede preguntarse si está llamado. El taconazo del Chori del primer gol dio más sensación de toque intencionado, aunque improvisado, que de rebote afortunado. Y el segundo, el del ex bético Campbell, merece sencillamente que Atenas levante un nuevo monumento en su honor. El mero hecho de intentarlo se ganó reverencias. Pero es que encima le salió.
Pase lo que pase en la vuelta, para el fútbol griego el de ayer fue un día histórico. Para su entrenador también. Sale muy reforzado, es un triunfo de autor. Suena Míchel. Esta vez sí.
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