La selección española es Luis Enrique, y Luis Enrique es la selección española. Esto es así desde que empezó la etapa del técnico asturiano allá por septiembre de 2018, cuando España se impuso 1-2 a Inglaterra en Wembley. Un ciclo que ha tenido éxitos, fracasos y un trágico interludio en el que Lucho tuvo que apartarse del banquillo por temas personales durante unos meses.
Bajo el mando de Luis Enrique, España ha recuperado la competitividad perdida en los últimos años de autocomplacencia de Vicente del Bosque (Mundial 14' y Eurocopa 16') y el ridículo simposio que perpetró Rubiales a raíz del despido de Julen Lopetegui y que acabó situando al indolente Fernando Hierro en la sala de máquinas de la selección española durante el pasado Mundial de Rusia.
Cuando lean que Luis Enrique no gusta a los españoles, les están mintiendo. Luis Enrique no agrada a la prensa deportiva aristócrata de este país, acostumbrada a mandar y contaminar cualquier entorno con tal de ejercer su parcela de influencia. Tampoco gusta, y esto lo entiendo perfectamente, a una amplía mayoría de seguidores del fútbol español que asocian al seleccionador con su pasado azulgrana.
Sin embargo, y contra todas las acusaciones, la integridad del asturiano ha difuminado cualquier atisbo de duda. Ha agitado las bases de la meritocracia, esa que parece obligar a que vistan la roja los futbolistas más dotados física y tácticamente para poner en práctica los fundamentos del balompié.
Ha llevado a los jugadores que mejor entienden su idea, que es la única que debe prevalecer, y los éxitos conseguidos hasta hoy no desaconsejan que deje de obrar así. A Qatar viaja un bloque sólido, compacto y convencido de los dogmas de su líder. Esto, en un torneo tan corto y traicionero como el Mundial, puede ser una clave fundamental.
Éxitos en la etapa de Luis Enrique
El fútbol, como cualquier deporte de élite, castiga la indolencia y solo premia a los vencedores. La inmediatez se impone a los proyectos, y eso puede hacer mella en el transcurso de un camino de regeneración como el que está llevando a cabo Luis Enrique en la selección española. Sin embargo, y esto es un logro indiscutible del asturiano, España no ha dejado de competir ni pelear por los títulos mientras el estilo continúa cincelándose.
En la Eurocopa de 2020, que se acabó jugando el pasado verano debido a la pandemia, España llegó hasta semifinales, donde fue apeada en la tanda de penaltis por Italia, a la postre campeona de Europa. Francia le arrebató, con muchísima polémica, la primera final de la Nations League. En 2023 disputará de nuevo la Final Four junto a Croacia, Países Bajos e Italia. Por último, en su clasificación para este Mundial de Qatar, España terminó primera de grupo.
Es evidente que nadie se acuerda del segundo, pero también sería muy injusto obviar lo conseguido en un periodo de entreguerras como el que vive el fútbol español. Qatar 2022 apunta a ser la última parada en el viaje de Luis Enrique como seleccionador español, pues el asturiano desea volver al día a día con algún club europeo. Llegue hasta donde llegue España, lo hará jugando con su 4-3-3 rodeado de gladiadores al servicio de un líder indiscutible.
Fracase o triunfe, aquí lo contaremos con la mayor objetividad posible. Mientras tanto, dejemos trabajar a Lucho. Se lo ha ganado con creces. El debut se producirá el miércoles 23 de noviembre a las 17.00 (hora peninsular) ante Costa Rica.
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