Una de las muchas virtudes de Fernando Alonso, reconocida incluso por sus enemigos, es la extrema profesionalidad con la que ejecer de piloto de Fórmula 1. Además del talento innato, todos los que han coincidido con él en algún equipo le describen como un tipo meticuloso al que le gusta conocer, aprender y mejorar todo lo concerniente al coche y al desarrollo de cada carrera.
Alonso da mucho y exige en idéntica medida. Todo con un objetivo que persigue desde el año 2006: su tercer título mundial de F1. En pos de esa meta fichó por Ferrari y por McLaren (en dos etapas diferentes), escuderías históricas a las que se entregó en cuerpo y alma a cambio de las eternas promesas de una máquina y un equipo competitivos.
Los títulos no han llegado, los coches, en vez de mejorar, han ido empeorando con los años, y Alonso ha dicho "basta".
McLaren Honda y el propio Fernando pueden venderlo como quieran, pero que cuando solo se han disputado dos carreras del Mundial 2017 su piloto principal escenifique la renuncia al campeonato para irse a correr otra carrera, por muy importante que esta sea, no parece muy serio,al menos desde el punto de vista de la F1.
Que los jefes de McLaren y de Honda, junto al propio Alonso, pontifiquen acerca de lo "mucho y bueno" que supone la presencia de sus marcas y del asturiano en las 500 Millas de Indianápolis no hace más que oficializar el poderoso estatus alcanzado por el piloto en el equipo de británicos y japoneses.
Su poder, ganado a pulso, ya era inmenso en el garaje y durante las carreras. Como muestra, un extracto de algunas de sus conversaciones de radio durantel el reciente GP de China. Alonso lo controla todo: informa, pregunta, manda y echa broncas cuando lo considera oportuno:
https://youtube.com/watch?v=dXrzybtpA0k%3Frel%3D0%3Fecver%3D1
El español está cansado de pedir mejoras mecánicas que ni llegan ni llegarán en mucho tiempo, y de lidiar con bochornos dentro de la pista y fuera de ella. Sin ir más lejos, tras dos carreras del presente Mundial, McLaren sigue sin realizar siquiera alguno de los diez cambios de ruedas más rápido. Le sucedió en Australia y se ve que en dos semanas no han tenido tiempo de ensayar para intentar al menos colarse en esa clasificación menor durante el GP disputado en Shanghái.
En pleno desastre, lo que más miedo les da a los rectores de McLaren es que Alonso decida irse. A otro equipo de F1 a otra competición o a su casa. Saben que es su activo más valioso y están dispuestos a mantenerle haciendo lo que sea. Incluso permitiéndole renunciar al GP más importante de la temporada, Mónaco, cuyas características además son las que mejor le van -o las menos malas- para las pobres prestaciones del MCL32.
Con la coartada de poner en la famosa pista de Indianápolis un bólido de McLaren Honda, han contentado a Fernando Alonso. ¿Hasta cuando? Hasta que, de retorno a la F1 tras el sueño americano, el vaso de su paciencia rebose de nuevo. Acaba contrato en diciembre, así que puede pedir lo que quiera. Ha hecho méritos para tener la sartén por el mango.
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