El orden y la ley han vuelto a la ciudad de Rennes. Y a buena parte de los clubes de la Liga francesa. Frédéric de Saint-Sernin regresó en junio al sillón presidencial del Rennes que ya había ocupado entre 2006 y 2010. Exsecretario de estado con el presidente Jacques Chirac, en sus primeros devaneos políticos coqueteó con grupos juveniles de extrema derecha, así que le va la mano dura. Por eso es el pionero del conocido como "toque de queda" de los futbolistas.
Así, durante los tres días anteriores a un partido del Rennes, sus jugadores tienen la obligación de recogerse en sus respectivos domicilios antes de las 10 de la noche. Nada de juergas. Como mucho, una copa. Y de un trago. Es quizás la medida más llamativa por categórica, pero no la única. Sobre todo porque según los resultados de una reciente encuesta realizada por la asociación de clubes profesionales, el 70% de las personas interrogadas consideran a los futbolistas "demasiado arrogantes".
Según una encuesta de la asociación de clubes profesionales, el 70% de las personas interrogadas consideran a los futbolistas "demasiado arrogantes"
Una mala reputación que inquieta a los dirigentes del fútbol francés por todo lo que ello conlleva. Así, varios clubes ya prohíben a sus jugadores lucir en público peinados o cortes de pelo extravagantes, vestir ropas llamativas o estrafalarias y pasearse, cual zombis, con auriculares a todo volumen que les aislan del mundo. Los dueños de las entidades galas quieren desandar todos los caprichos que les han brindado en las últimas décadas y volver a acercar los ídolos a unos aficionados que desde hace mucho tiempo, demasiado, eran ignorados, cuando no despreciados, por unos deportistas de élite que se lo deben casi todo a esos seguidores apasionados.
El cambio de actitud de los dirigentes nace de la hecatombe surafricana de Francia en el Mundial 2010 y, visto que esa primera vuelta de tuerca no ha sido suficiente, se acentúa ahora después del cercano fracaso en la Eurocopa organizada al unísono por Polonia y Ucrania. Precisamente la derrota con la segunda anfitriona volvió a provocar una tormenta interna en el vestuario bleue que, una vez concluido el torneo, culminó con la salida de Laurent Blanc, seleccionador en el que estaban puestas muchas esperanzas.
Antes de fichar por ciertos equipos, los jugadores son sometidos a una investigación sobre sus usos y costumbres personales, incluso morales
Los rescoldos de lo sucedido aún no se han apagado y, sin ir más lejos, la Federación Francesa ha castigado a una de sus estrellas internacionales, Nasri, con tres partidos de suspensión. Además, nombró nuevo seleccionador a Didier Deschamps, exjugador con fama de duro que ya ha dictado un decálogo de reglas de inconfundible perfil autoritario. Entre las más impactantes, la prohibición de utilizar los teléfonos móviles en las concentraciones y el considerable aumento del importe de las multas económicas de índole disciplinaria.
Las jóvenes figuras que lo tienen todo y todo se les permitía se han visto obligadas de pronto a acatar un código de conducta o, antes de fichar por ciertos equipos, son sometidas a una investigación sobre sus usos y costumbres personales, incluso morales. Con la mirada en el horizonte de la Eurocopa 2016 que organizarán en suelo galo, en Francia no ven otro camino más mullido para domar el ego de sus futbolistas.
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