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Neymar y Bale, fichajes financiados por la infinita estupidez humana

  

Dicen que hubo un presidente estadounidense que dijo: “No entiendo mucho de Economía, pero creo que si nuestros compatriotas dejaran de comprarse abrigos europeos, y siguieran adquiriendo prendas hechas en Chicago por artesanos del país con pieles de un oso de Las Rocosas cazado por un trampero norteamericano, todo se quedaría en casa. Desde el cazador hasta el dinero…e incluso el oso”. Después de reírle la observación –hay que reír siempre las cosas de los jefes si se quiere medrar-, no faltaron los asesores que le confirmaron que, en efecto, la Economía no funcionaba exactamente por sentido común. ¿Quién sabe?...igual  el presidente yankee tenía razón. Porque de lo que no cabe duda, a estas alturas, es que los ministros del ramo no tienen ni pajolera idea del ídem. Lo cual me habilitaría, un decir, mismamente para llegar a ser un alto cargo en esa cartera, si no fuera porque no tengo ninguna otra cualidad –aparte la ignorancia económica- que me lleve por el camino político.

Viene esto a colación porque leyendo estos días las cifras de los fichajes de Bale o Neymar, quedo boquiabierto cuando se citan cantidades en torno a 100 millones de euros. Dieciséis mil millones de pesetas. Dieciséis mil millones. Rápido nos explican: “No sean demagogos ni se alarmen, estos jugadores se financian solos”. Otra vez la dichosa Economía. Pero me pasa como al Presidente de ese país que tanto admiro, por muchas razones: no me lo creo.

¿Me van a decir que con Neymar y Bale irá más gente a ver los partidos del FC Barcelona y del Real Madrid de la que iría sin ellos, de la que ha estado yendo todos esos años? No cuela.

¿Qué van a televisar más partidos de esos equipos? ¿Aún más? Tampoco me lo creo.

Lo que sí me creo es que ahora, “a posteriori” de los fichajes, saldrá más mercadería a la calle con sus nombres, y que subirán los precios de esas camisas. Y que habrá panolis sin cuento que lo pagarán, aunque muy probablemente deban la cuenta en la carnicería desde hace meses o montarán manifestaciones pidiendo que los libros y la mochila de sus hijos los pague el alcalde de su pueblo o el Ministro de Educación.

O que se incrementen los precios de los enganches televisivos.

Y que, probablemente, nuevos dineros negros ganados con no se sabe qué comercios vean abrirse vías de blanqueo.

Esos fichajes, y muchos parecidos, no se financian solos. Se financian merced a la inmensa, a la infinita estupidez humana. Y merced a nuestra infinita capacidad para acumular avaricia y maldad y ventajismo.

La Liga española seguirá siendo cada temporada más infame, en cuanto a que seguirán jugándosela, cada vez en mayor medida, dos únicos equipos. Tristísimo. Una basura de Liga, porque una Liga en la cual el interés se centra casi exclusivamente en saber qué equipos se libran del descenso, y no en qué ni en cuántos equipos luchan por ganarla, es un muermo absoluto.

Así que vuelvo a mis añorados EE.UU., con todas sus imperfecciones. Allí, al menos, sus grandes competiciones tienen topes salariales y de inversión. Hasta se permiten tener presidentes que confiesan no saber de Economía, sólo de sentido común. A ver si va a ser precisamente por eso…

Aquí, seguimos siendo –y cada vez yendo a peor- un auténtico país P.I.G.

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