No es nuevo que el Santos lleva años haciendo negocio con la búsqueda del heredero de Pelé. Todo lo que Neymar vivió en el club brasileño, que llegó a sacrificar su sección de fútbol sala con tal de asegurar la continuidad de su príncipe, lo había experimentado años antes Robson de Souza, más conocido para el gran público como Robinho.
En una versión más primaria y algo menos multitudinaria (eran otros tiempos para la tecnología) de lo que luego vendría con 'Ney', la burbuja del hoy veterano jugador del Guangzhou Evergrande se hinchó hasta el punto que el Real Madrid acudió embelesado a Sao Paulo para importar al talento del Santos. Recomendado por el propio Pelé, que por aquel entonces estaba al frente de las categorías inferiores del 'Peixe', los blancos se adelantaron al Benfica por él y desembolsaron con alegría los 25 millones de dólares de la operación.
Su puesta de largo sobrepasó las expectativas más eufóricas. Un 28 de agosto de 2005, Robinho sustituía a Gravesen en Cádiz y dejaba 25 minutos que, para algunos, valieron una carrera. La cándida zaga andaluza le permitió desplegar todo el arsenal de gambetas y cambios de ritmo y el Real Madrid acabó remontando el partido. Resulta que el mesías paulista era para tanto. O no.
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Porque a la batucada del Carranza le siguieron tres temporadas de luces y sombras. De chispazos de un talento indudable, pero de valles de rendimiento en su guarida del perfil izquierdo. Costaba en Robinho diferenciar el magro de los fuegos artificiales. Y sus pájaros en la cabeza, que le llevaron en 2008 a "buscar el Balón de Oro" (sic) en el Manchester City, tampoco ayudaron a asentar su relato.
Tras una carrera nómada, con sus consiguientes paradas de repostaje en el Santos entremedias, la eterna promesa actúa ahora, ya a sus 31 años, en el Guangzhou chino, rival del Barcelona en las semifinales del Mundial de Clubes. Allí va a cobrar tres millones de euros por seis meses de contrato. Luiz Felipe Scolari, autoexiliado para purgar sus pecados mundialistas, le acoge en su sistema como el verso suelto.
Neymar, que idolatró a Robinho durante su infancia, no podrá enfrentarse en el Estadio Internacional de Yokohama a quien fuera su modelo. Él, como le ocurrió a Pelé con Zizinho, también superó al maestro. Hoy 'Robby', que es como le llaman en China, se parece más a la efervescencia vacía de Denílson.
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