El deporte rey por excelencia en los Juegos Olímpicos no es otro que el atletismo. Ni siquiera la natación es capaz de eclipsar algo mínimo el escaparate que supone la lucha entre los atletas por convertirse en el deportista más veloz del planeta, así como en el mejor lanzador de jabalina, el que mejor ejecuta el salto de longitud o el que más alto llega con la pértiga. Es más, edición tras edición, el atletismo se renueva con tiempos más cortos, distancias más largas y mucha más competitividad entre participantes, lo que hace indicar que esa batalla, ajustada y con suspense, supone cada vez mayor exigencia.
O lo que es lo mismo, que para alcanzar la gloria puedes estar años entrenando duro y nadie te asegura aún así que acabes lográndola. Bajo la incesante lluvia que empapaba el Stade de France en París, dos pequeñas naciones caribeñas celebraron dos triunfos únicos y monumentales que resonaron más allá de sus costas. Dominica y Santa Lucía, con sus paisajes exuberantes y comunidades unidas, vieron a sus dos "hijas" más brillantes, Thea Lafond y Julien Alfred respectivamente, alzarse con el oro olímpico en la capital francesa.
Dos medallas que alumbran a dos islas cuyo tamaño, en términos de población, es similar al de Ibiza -Santa Lucía- o La Palma -Dominica-.
Julien Alfred, la Reina del atletismo
La final de los 100m femeninos de París 2024 se convirtió en todo un escenario de sorpresa. Julien Alfred, oriunda de la pequeña isla de Santa Lucía, desbarató las aspiraciones de la estadounidense Sha’Carri Richardson, la gran favorita a proclamarse como la nueva 'Reina' del atletismo, sin la jamaicana Shelly-Ann Fraser-Pryce en liza. Con una salida explosiva y una velocidad imparable, Alfred cruzó la meta en 10.72 segundos, superando a la velocista americana por 15 centésimas, margen significativo irrepetible desde Beijing 2008.
La victoria de Alfred no solo le otorgó la primera medalla olímpica a Santa Lucía, sino que también prolongó el dominio caribeño en la prueba reina del atletismo. Su triunfo resonó en los corazones de los 180.000 habitantes de su isla natal, un poco más que los que se contabilizan en Ibiza (161.749). Santa Lucía, conocida por paisajes paradisíacos, se llenó de júbilo al ver a una de sus atletas con mayor potencial conquistar el escenario deportivo más grande del mundo.
Thea Lafond y un salto de 15 metros
Mientras allí se celebraba la velocidad de Alfred, Dominica festejaba el salto magistral de Thea Lafond en el triple salto. Lafond, con una marca de 15.04 metros, se alzó también con el oro, logrando al igual la primera medalla olímpica en la historia de su país. La triplista superó a competidoras de renombre, como la jamaicana Shanieka Ricketts, la estadounidense Jasmine Moore, quienes se llevaron la plata y el bronce, respectivamente, o incluso la propia Ana Peleteiro, que terminó en sexto lugar una cita a la que no llegó la venezolana Yulimar Rojas, campeona olímpica en Tokio 2020 y poseedora del actual récord del mundo (15.74), tras romperse el tendón de Aquiles.
Dominica, una isla con apenas 72.000 personas -de menor magnitud incluso que La Palma (84.793)- celebró efusivamente el triunfo de Lafond. Esta pequeña nación, caracterizada por su rica biodiversidad y su comunidad estrechamente unida, vivió su primer gran momento de gloria deportiva. La hazaña de Lafond inspirará sin duda a jóvenes dominicanos, demostrando que la grandeza no depende del tamaño de un país sino de la determinación y el esfuerzo de sus ciudadanos.
Obligadas a salir del Caribe para mejorar
La vida en estas islas del Caribe está marcada por un ritmo tranquilo y una fuerte conexión comunitaria. Sin embargo, el camino hacia el éxito deportivo no es fácil. Tanto Alfred como Lafond enfrentaron desafíos significativos, desde la falta de recursos hasta la necesidad de entrenar en el extranjero para alcanzar altos niveles competitivos. Santa Lucía y Dominica, con limitadas infraestructuras deportivas, vieron a sus campeonas en atletismo emigrar temporalmente a otros países con mejores instalaciones y métodos de rutina más eficaces.
Julien Alfred, descubierta por el bibliotecario de su primaria, tuvo que trasladarse a Jamaica y luego a Estados Unidos para desarrollar plenamente su potencial. Fue en la Universidad de Texas bajo la guía del entrenador Edrick Floréal cuando Alfred perfeccionó su técnica y fortaleció su mentalidad competitiva, llevándola a conquistar la plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires en 2018 y el oro en el atletismo de París. Su sueño fue vivir una carrera como la reciente, un tributo a su padre que falleció cuando ella tenía 12 años.
Por otro lado, Thea Lafond también buscó las oportunidades fuera de Dominica para mejorar sus habilidades. Su dedicación y constante perseverancia la llevaron a destacarse entre las mejores de triple salto el años pasado, cuando consiguió la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Chile y cuando saltó, por primera vez en su carrera, por encima de 14.90 metros. Ahora, salta más allá de 15.
Otros atletas isleños con marcas únicas
La rica tradición de éxitos en el atletismo caribeño se fortalece con cada generación de atletas que emerge en el escenario olímpico.
Desde los prestigiosos velocistas jamaicanos Usain Bolt y Shelly-Ann Fraser-Pryce, desaparecida en París 2024, hasta la fenomenal Elaine Thompson-Herah, cuyas victorias en Río 2016 y Tokio 2020 dieron forma al legado de Jamaica en los 100 y 200 metros. La trayectoria de Trinidad y Tobago también brilla con nombres como Ato Boldon, quien ganó cuatro medallas olímpicas en los años 90, o Keshorn Walcott, flamante campeón en la jabalina de Londres 2012.
Los éxitos de Kirani James de Granada, con su oro en los 400m de Londres 2012, y el histórico Kim Collins de San Cristóbal y Nieves, campeón mundial de los 100m en 2003, también destacan entre los mayores logros del Caribe. Ahora, los triunfos de Julien Alfred y Thea Lafond en el atletismo de París 2024 se suman a esta solariega lista.
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