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El Clásico: el fútbol como excusa

Ya no se respeta ni el fuera de juego, una cuestión geométrica que no tiene discusión. Se está o no se está. Pero la dinámica esquizoide en la que vive instalada el fútbol hace que se 'interprete' hasta una cuestión cuántica como esta. 

Aterriza el Clásico con el fútbol instalado en una dinámica esquizoide alimentada por un periodismo forofete en el que resulta incompatible cuestionar al tiempo los goles en fuera de juego de Cristiano al Bayern y el arbitraje de Aytekin en el Camp Nou. Un mundo de trincheras que retroalimenta ese griterío donde es obligatorio militar en un bando. Pudiendo opinar, ¿para qué informar?

Por un momento aparquemos cualquier carga valorativa. Desopinemos. El fuera de juego es una cuestión geométrica. No "parece" que alguien esté en fuera de juego o "interpreto" que no esté en fuera de juego. O se está o no se está. Por consiguiente, cualquier tipo de interpretación posterior carece de importancia, lo diga Toñín El Torero o Jimmy Jump. Y en estas surge el VAR, una herramienta tecnología que terminaría de un plumazo con todo este cacareo de tertulianos o 'influencers', como se hacen llamar ahora.

En fuera de juego se está o no se está. Cualquier tipo de interpretación posterior carece de importancia, lo diga Toñín El Torero o Jimmy Jump

La hostilidad tuitera ha contaminado las tertulias televisivas y radiofónicas donde estos personajes enaltecen con estrambóticas ocurrencias a sus hordas de followers, que se esconden tras sus nicks para insultar, asediar y acosar indiscriminadamente. Tras este circo subyace una mal llamada agresividad, violencia verbal en muchos casos, cuya única aspiración es inflamar la visibilidad en las redes sociales. Vales tanto como el número de Likes o retuits que consigas. 'Trendintoperos' que en algún momento fueron periodistas e 'instagrameros' que aspiran a ascender a 'youtubers'. Y en este panorama el fútbol es una magnífica excusa en manos de estas tribus.

Poco se habla de la excelencia futbolística que se vive. Asistimos a los últimos duelos entre dos estrellas irrepetibles como Messi y Cristiano. Cinco Balones de Oro y tres Botas para el argentino por cuatro Balones y cuatro Botas de Oro para el portugués. Una rivalidad que ha disparado las prestaciones de ambos hasta límites desconocidos. Jamás ha vivido el fútbol una competencia tan feroz en su historia. Dos jugadores distintos futbolísticamente, dos tipos completamente diferentes. Este domingo volveremos a ver esta titánica pugna entre el mayor talento que se haya conocido (Messi) y el futbolista más ambicioso que ha pisado un campo (Cristiano). Será un Clásico decisivo que dejará la Liga casi sentenciada. Un partido grande con muchos matices tácticos, infinitas texturas futbolísticas e incontables detalles deliciosamente intrascendentes.

Disfruten de los 90 minutos de fútbol en el Bernabéu. Luego eviten las pantanosas redes sociales y escarben, que algún medio se preocupa aún por lo que ocurre sobre el césped con el balón en juego. Sirva la creación del graffitero Tvboy que ilustra esta pieza para reivindicar ese fútbol que convive con respeto en la victoria y la derrota, que prefiere la guasa de los aficionados rivales a los insultos en Twitter. Ese fútbol más preocupado por jugar a la pelota que por vender camisetas, un lugar donde los cracks nunca lucen dorsales más allá del 11 y las aficiones difícilmente conocen los nombres de los árbitros antes del partido. Un clásico donde aún es más importante el balón que el wifi.

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