El Fútbol Club Barcelona volvió a dejarse puntos en una salida complicada, en el recién renombrado Estadio de la Cerámica frente al Villarreal. Un nuevo empate que deja al Barça tercero en la tabla con 35 puntos, el peor caudal de puntos a estas alturas desde el último equipo que entrenó Frank Rijkaard. Sin embargo, más que pensar en su fútbol, el Barcelona encuentra en los árbitros a los culpables de su mala temporada, y se quejan de algunas acciones de las últimas jugadas.
El primer caso que molestó a los culés fue el Barça-Málaga del 19 de noviembre. El conjunto catalán se dejó contra todo pronóstico un empate a cero en el Camp Nou. En los minutos finales el partido se convirtió en un asedio del Barcelona a la portería de un inspirado Kameni, y fue ahí donde se anuló un gol del propio Gerard Piqué por un inexistente fuera de juego. Dos puntos perdidos que duelen mucho en el casillero culé en la lucha por La Liga.
Pero lo que hizo estallar la ira blaugrana fue el partido de ida de los octavos de final de la Copa del Rey que enfrentó al Barcelona contra el Athletic Club. Un claro penalti no pitado sobre Neymar pudo cambiar el curso de la eliminatoria, así como la dura agresión de Aduriz sobre Umtiti, que terminó con tarjeta amarilla para el central francés. Una tónica que se repite, la de ver amonestado más frecuentemente al agredido que al agresor.
La gota que ha colmado el vaso ha sido el partido en Villarreal. Las dos manos no pitadas, especialmente la de Bruno Soriano, terminaron de desquiciar a un Barcelona que se volvió a dejar dos puntos y se marchó con su líder espiritual, Gerard Piqué, señalando al palco y desafiando a Javier Tebas, presidente de LaLiga. Con razón o no en sus quejas, pero una imagen de equipo desquiciado.
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