La FIFA se ha encargado de gritar a los cuatro vientos que Qatar ya es un mejor país gracias a la organización del Mundial 2022. Desde el país se han encargado de ofrecer esa imagen, con gente disfrutando con libertad en las calles del país y despendolándose -sin alcohol, en la mayoría de casos- sin que las autoridades digan algo. Estas imágenes no reflejan la realidad del país, donde el comportamiento público es examinado con lupa y donde el respeto a los derechos humanos brilla por su ausencia.
Las organizaciones internacionales creen que aunque falta tiempo para observar si hay cambios, el Mundial de Qatar no traerá muchos cambios. "No nos consta ni a nosotros ni a ninguna otra asociación de prestigio", señalan desde Amnistía Internacional. Una vez los focos se apaguen y la mirada internacional enfoque a otro punto del planeta, la realidad qatarí volverá a ser la que era.
Aunque se han visto escenas inéditas durante el Mundial, como que una mujer arbitre un partido -Stephanie Frappart pitó el Alemania-Costa Rica de fase de grupos-, las mujeres se mantendrán en un segundo lugar. Desde Amnistía Internacional denuncian que aunque Qatar ha suavizado su sistema de contratación por patrocinio -un método moderno de esclavitud-, este sistema se sigue aplicando sobre muchas mujeres que trabajan en los servicios de limpieza de los hogares qataríes. Sus contratantes llegan, incluso, a requisarles el pasaporte para tenerles bajo control.
Que ocurra esto no es una previsión de los organismos internacionales, sino la observación de una tendencia: el Brasil 2014, aunque hubo protestas, la celebración del Mundial no trajo cambios significativos en materia de derechos humanos. Incluso sucedió lo contrario: se derribaron viviendas y se desalojó a familias sin recursos (una 250.000) para poder levantar las instalaciones de la Copa del Mundo y de los Juegos Olímpicos de Río 2016. El paso de la FIFA por el país sudamericano tampoco trajo mejoras en materias sociales.
Este patrón se repitió en 2018 con la llegada del Mundial a Rusia. En su momento, el país se erigió como una nación que respeta los derechos LGTBI, con una policía muy laxa para lo que suele ser habitual y con posibilidad de reunirse en la vía pública, incluso para realizar protestas sin consecuencias. Una vez más, las miradas del mundo se posaron sobre la antigua Unión Soviética, que ofreció una imagen ejemplar que no ha conseguido sostener a lo largo del tiempo.
Ya incluso antes de la guerra de Ucrania, Rusia mostró sus costuras, oprimiendo a una comunidad LGTBI que hace cuatro años podía actuar con naturalidad por las calles del país. De hecho, esta situación se ha agravado en estas últimas fechas: el pasado octubre, el país aprobó una ley que prohibía la publicidad de relaciones no convencionales. Además, también ha sido posible observar cómo la policía ha reprimido protestas contra la invasión ucraniana -más de 1.400 detenidos- o ha coartado la libertad de prensa, amenazando con penas de prisión a aquellos periodistas que publiquen informaciones contra el régimen desde dentro del país.
Aministía "seguirá dando guerra" a Qatar
Entonces, ¿para qué sirve un Mundial? Según Amnistía Internacional, "es un negocio" que además sirve para dos cosas: generar prestigio y lavar una imagen. Aunque señalan que en esta Copa del Mundo algo ha cambiado: "Veníamos de un escenario sin altavoces y hemos conseguido que la FIFA tuviese que salir a desmentir las informaciones". Además, creen que se han generado muchos gestos, como la amenaza de Dinamarca de abandonar la FIFA, la imagen de los alemanes tapándose la boca o la finalmente fallida iniciativa del brazalete arcoíris.
Desde Amnistía señalan que tras el Mundial "seguirán dando guerra" a Qatar, exigiéndole transparencia. ¿Ha triunfado el país con la celebración del torneo? Desde la organización creen que "falta perspectiva" para analizarlo y que nuestra visión occidental en materia de derechos humanos quizá no sea la misma que en otras partes del mundo, donde el blanqueamiento del país quizá si haya surtido más efecto.
Desde junio, después de la petición de una reparación para los trabajadores y trabajadoras migrantes realizada por una coalición de organizaciones, la FIFA ha indicado en una serie de comunicaciones que se comprometía a identificar vías para compensar a quienes habían sufrido muerte, lesiones y el robo desbocado de salarios, y a apoyar un centro independiente para estos trabajadores como parte de un programa de legado. No obstante, la víspera del campeonato, la FIFA no dio a conocer ningún plan en este sentido y, en su lugar, anunció un nuevo "Fondo de Legado" que en la actualidad no prevé ninguna indemnización a los trabajadores. Además, Gianni Infantino, presidente de la FIFA, hizo comentarios engañosos en el sentido de que éstos pueden acceder simplemente a una indemnización a través de un mecanismo existente en Qatar cuando, en realidad, no está previsto que este mecanismo ofrezca ninguna indemnización significativa en relación con muertes, lesiones y el robo histórico de salarios.
Cuando la Copa Mundial 2022 entra en su última semana, las organizaciones han pedido a la FIFA que use el Fondo de Legado para financiar indemnizaciones a trabajadores y trabajadoras, y a las familias de quienes perdieron la vida. "El escandaloso encubrimiento de abusos graves contra la mano de obra migrante en Qatar es una vergüenza para todo el mundo y una táctica siniestra para eludir su responsabilidad en materia de derechos humanos de indemnizar a miles de trabajadores y trabajadoras que sufrieron abusos y a las familias de quienes murieron para hacer posible esta Copa Mundial", declaró Tirana Hassan, directora ejecutiva en funciones de Human Rights Watch. "La FIFA sigue ingresando miles de millones de dólares en ganancias, pero se niega a ofrecer un solo céntimo a las familias de los trabajadores y trabajadoras migrantes que han perdido la vida ni a quienes han sufrido el robo de su salario".
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