Ancelotti es sobre todo diplomacia. Normalidad al hablar, respuestas civilizadas y frontales a casi todas las preguntas, declaraciones alejadas de conflictos gratuitos. Rara vez golpea primero. Podía haberse quitado de encima la pregunta con mano izquierda y cortesía, con la ambigüedad de costumbre en estos casos. Pero no. Le señalaron a Falcao como futurible del Madrid (algo que de forma periódica aparece en los medios desde hace más de dos años, prácticamente desde que el colombiano marcó su primer gol con la camiseta del Atlético) y, sin faltar (“es un gran jugador”), fue rotundo: “No es el indicado para nosotros”.
Todo un revés para el futbolista (que nunca se ha pronunciado al respecto, pero que tampoco ha hecho esfuerzos por quitarse de encima el runrún), para su señor padre y sobre todo para quienes dentro y fuera de los medios están empeñados en vestirlo sí o sí de blanco. Como con Agüero o Forlán. No lo consiguieron, pese a la presión de las portadas, mientras el goleador vistió de rojiblanco (Gil Marín sigue fuerte en el enroque; y salvo a Pulido y Cabrera, dos descartes, y algún chaval de las categorías inferiores, no ha dejado cruzar al otro lado de la calle). Pero ahora se frotaban ya las manos.
Porque a Falcao no le están yendo las cosas como le pronosticaron. Echa de menos su pasado mucho más de lo que su pasado le echa de menos a él. En el Atlético lucía más y era mucho más feliz, también pese a lo que le auguró el presidente del Oporto (“le dije que era un paso atrás, que iba a un equipo que no gana nada”). En dos años en el Calderón, Radamel celebró tres títulos y toneladas de cariño. En el Principado ha tenido hasta encontronazos con el entrenador (van a ser ya cuatro partidos consecutivos sin jugar, oficialmente por culpa de una leve lesión). Otro al que le sale mal marcharse. Los obsesos de su llegada al Madrid dieron el caso por cerrado hace días: blanco y en botella, no hay más que hablar
Y, sin embargo, Ancelotti, tan prudente siempre, se animó a nadar contracorriente, en dirección contraria a las filtraciones. No sólo no quiere a Falcao. Sino que además lo pregona. “En estos momentos estamos muy contentos con nuestros delanteros, porque estamos haciendo muchos goles”, argumentó el entrenador italiano, con el respaldo de las estadísticas bajo el brazo. Y cerró el asunto con ese despiadado “no es el jugador indicado para nosotros” que corrió al instante por las redes en forma de titular. Florentino lo tiene crudo. Ya no es Gil Marín. Ahora es su propio entrenador el obstáculo. Es posible que Falcao esté más a tiro que nunca. Pero no tiene sentido ficharle contra la voluntad del técnico. Que además ya es pública.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación