Hace unos días que llegó a Madrid, pero estar en casa no termina de sacarle la sonrisa. Rafa Nadal lleva tiempo meditabundo, contrariado por no poder hacer lo que es su costumbre: ganar. Han sido muchos meses de lesiones y derrotas, suficientes para descarrilar incluso las mentes más robustas.
Lo dijo hace unas cuantas semanas, el juego ha vuelto pero la cabeza no. Es una excusa válida, pues el tenis es un deporte en el que se necesita estabilidad, aunque en realidad nunca tendremos del todo claro el nivel físico de Nadal. Al fin y al cabo todos los deportistas, cuando tienen un micrófono delante, intentan esconder sus debilidades y desviar la atención sobre los problemas. Al enemigo ni agua.
“La confianza vuelve cuando uno gana partidos, no cuando pierde, uno tiene la ilusión de trabajar para ganar. Estoy entrenando todo lo que puedo para coger un buen ritmo y después intentar llegar competitivo a los torneos”, cuenta Nadal sobre sus problemas de concentración. Ha llegado a Madrid y ha puesto la manija a tope, si no está entrenando está en algún acto publicitario, de esos que acumula cuando está en la capital.
"Siempre que jugamos en tierra le pongo como favorito", dice Wawrinka
Tantos actos le contemplan que ya casi se ha quedado sin ganas de contestar. Algunas respuestas solo encuentran monosílabos, parece cargado por responder siempre lo mismo y, peor aún, responder preguntas que llegan llenas de dudas. No es cosa de la prensa el pesimismo, él mismo deja caer en sus réplicas que no cree que Madrid vaya a ser su torneo. Ni siquiera la ausencia de Djokovic le desatasca la mueca. “Cuando un jugador como él no juega el torneo es obvio que hay una puerta abierta. No para mí, pero otros jugadores tendrán la oportunidad”, dice casi descartándose del manojo de favoritos.
Stan Wawrinka, noveno jugador del mundo, no termina de creerse al español. “Así es Rafa. Ha perdido algunos partidos pero igualmente cuando jugamos en tierra siempre le pongo como favorito, es demasiado fuerte, el mejor de siempre en la superficie”, cuenta el suizo, que sabe lo que es perder una final en Madrid contra Nadal.
Berdych, séptimo del mundo e histórico rival de Rafa, también quita importancia a los últimos resultados del número 5. “La gente se acostumbra a algo que es absolutamente increíble, que alguien se pase diez años seguidos ganando casi todo. Luego, cuando pierden un par de partidos, ya parece un gran problema. No creo que sea eso”, dice el checo, que ya ha visto resurrecciones suficientes como para descartar a alguien como Nadal. Incluso Ferrer no cree que el problema sea tan grave: “Desde mi punto de vista Rafa está bien, tenísticamente y físicamente. Es difícil coger el ritmo, pero ha tenido mala suerte en tres o cuatro partidos que tenía casi ganados. En ello está, Rafa lo busca y lo encontrará”.
La desconfianza del resto contrasta con el pesimismo de Nadal. Es evidente que le contraría ser quinto en el ranking mundial, acostumbrado como está a vivir en la cima de la lista. Cuando ve que en las próximas semanas tendrá muchos puntos que defender da por hecho que su puesto actual caerá aún más. “Al fin y al cabo los deberes no están hechos para mantener esa posición. Sé desde hace meses que defiendo esos puntos. Es evidente que voy a salir del top 5, a ver hasta donde es la caída”, reflexiona el de Manacor.
Problemas de confianza
Sus problemas de cabeza, los que esgrime para justificar resultados buenos pero por debajo de lo que se espera de un mito, son difíciles de conocer. En lo físico hay resonancias, radiografías, pruebas y más pruebas. La mente es un misterio. Casi todos los tenistas, eso sí, saben de lo que habla Rafa porque han vivido cosas similares. “Yo tuve un mal momento en 2013 entre Roland Garros y Wimbledon, pero es diferente porque Rafa tiene más herramientas de las que yo tenía, él es un gran campeón, ha ganado, se ha enfrentado a muchas cosas”, cuenta el joven Raonic que entiende además que él nunca ha tenido que cumplir con las mismas expectativas que un coloso como Nadal.
“La cabeza es muy importante, pero todos tenemos problemas de ese tipo, todos necesitamos encontrar nuestro camino”, asiente Wawrinka, un jugador que en su carrera ha tenido grandes momentos y también abruptas caídas.
Las preocupaciones de Nadal no le impiden, eso sí, tener tiempo para lanzar al aire algún mohín. Es casi una tradición, en la rueda de prensa previa al torneo de Madrid, cuando las preguntas son en castellano y la estrella está más cómoda, deja caer alguna opinión sobre algún tema que le desagrada. Puede ser el propio torneo, la ATP, la Copa Davis, el calendario… En esta ocasión le ha tocado al organismo rector del circuito mundial.
La excusa, un poco peregrina. Nadal fue preguntado por una final contra Ljubicic del año 2005, un partido épico en el que remontó dos sets en contra, algo que hoy no podría pasar porque se juegan las finales a tres. Aunque uno podría pensar que el español está en contra de alargar ese tipo de partidos, pues uno de sus mantras es que se juega demasiado, su respuesta es la contraria. El añora aquel formato y culpa a la ATP de unas nuevas formas con las que él no comulga.
“No creo que el tenis vaya encaminado a los cinco sets, lo que quieren es velocidad, con lo cual es difícil, exigiendo el tiempo que exigen entre puntos, queriendo el juego de no pensar y de pegar pelotazos no creo que los que toman decisiones estén en volver a los cinco sets. Esas finales fueron bonitas en su época, se recuerdan finales más épicas de entonces, pero el camino elegido es otro entre los que mandan en la ATP. Los tiempos han cambiado”.
Nadal, que se queja de lo mucho que juega, quiera ahora volver a las finales de cinco sets
El discurso, más que por los sets hurtados, tiene que ver con el modelo que le gusta a Nadal de tenis. Él siempre ha defendido que el aficionado quiere puntos eternos y que la cosa se alargue, probablemente porque es el juego en el que más cómodo se siente. Cierto es que ese estilo ha perdido vigencia, aunque hay discrepancias en los motivos. Rafa cree que es culpa de la ATP, muchos piensan que solo es consecuencia de que los jugadores sean más fuertes y más altos. Pura evolución.
No importa la contradicción, ni siquiera que él fuese en su día uno de los que reclamó que las finales de los masters series fueran más livianas, una petición suya y de Federer que la ATP escuchó. Ahora le gustaría volver a lo contrario, que los partidos se alarguen y sean pestosos, aunque el sentimiento general en el circuito, no solo en los despachos, es que las finales deben quedarse como están. “El calendario es ya muy ajustado, si las finales fuesen a cinco lo normal sería no disputar el siguiente torneo. Si las estrellas ya se dosifican imagina lo que sería si las finales fuesen a cinco”, dice Ferrer recogiendo el sentir general de los jugadores.
Nadal está en Madrid, un torneo que mejora en cada edición y que ya no suscita las críticas de antaño. Le queda una semana para seguir cogiendo tono, volar de nuevo en la pista. Cuando mira el cuadro no ve a Djokovic y eso, aunque él lo niegue, le pone entre los candidatos al título. Es cierta la altura del torneo, que no beneficia a Rafa, y que sus últimos resultados no son los mejores. Pero es Nadal y es tierra. La combinación suele ser sinónimo de éxito.
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