Aguardando la sobreexcitación y sabiendo a Ramos en el punto de mira de la grada de Nervión, cualquiera esperaba un primer tiempo atómico en el tercer capítulo entre Sevilla y Real Madrid en menos de dos semanas. Lejos de eso, el espectador se encontró con una partida de ajedrez en el Pizjuán y con dos equipos anestesiados por la pizarra de sus entrenadores.
Que Casemiro y N'Zonzi fueran, en un duelo de titanes, lo mejor de sus respectivos equipos habló a las claras de un arranque de morro poco fino pero de un despliegue formidable. Dos equipos ultracompetitivos echando un pulso clave para el devenir de la zona noble de la Liga.
La segunda parte prolongó el respeto mutuo en una exhibición defensiva madridista. La tela de araña dispuesta por Zidane provocaba que el Sevilla mostrase su lado más manso, asomándose lo justo por la portería de un Navas que a buen seguro esperaba más marejada.
El empate a nada se rompió con un penalti de Rico, fuera de sitio ante un inteligente Carvajal. Cristiano no perdonó y el Sevilla, por obligaciones del guión, se arrancó las cadenas y enfiló la cuesta abajo del partido a tumba abierta 'sampaolista'.
Un gol en propia puerta de Ramos (paradojas de este santo deporte) terminó de arrinconar al Real Madrid. Y el Sevilla, rugiendo, terminó pegando el zarpazo a la presa que tenía ya arrinconada. Golazo de Jovetic, majestuoso desde que aterrizó en Nervión, y un vértigo que revolcó el marcador. Sin minuto noventayramos mediante, adiós el récord de imbatibilidad merengue y hola a una Liga que se torna apasionante.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación