Si hay un deporte que se ha ligado con el dopaje, ese es el ciclismo. La lista de ciclistas a los que se les ha detectado sustancias prohibidas en sangre es interminable. En los últimos años, cuando los controles exhaustivos han reducido de forma drástica este tipo de conductas, ha aparecido una nueva forma de hacer trampas: el doping mecánico. Esta lacra se ha convertido en la gran 'amenaza fantasma' de este deporte, que básicamente consiste en introducir un pequeño motor eléctrico que sirva de apoyo.
El primer positivo se dio en el Mundial de Ciclocross de 2016 por parte de la ciclista belga Femke Van den Driessche, por entonces campeona de Europa y una de las favoritas en la categoría. Desde ese momento, la UCI se puso manos a la obra para controlar este tipo de dopaje mecánico. Los avances, a lo largo de los años, han sido progresivos para evitar la tentación de algún ciclista.
Lo curioso es que las grandes vueltas tienen controles muy exhaustivos pese a no haber tenido ningún caso. "De 2010 a 2017 hubo casos raros, pero no se pudo demostrar nada", cuenta Vozpópuli Juan Ochoa, uno de los pioneros del MTB en España y experto en e-bikes (bicicletas eléctricas). Con los controles actuales, esto sería mucho más sencillo.
De momento, el sistema está funcionando: ni un solo ciclista ha dado 'positivo' en dopaje mecánico. Esto se debe a que los comisarios examinan todas las bicicletas antes de la salida mediante escáneres térmicos y después, al terminar la etapa, se analizan las 'monturas' de los dueños del maillot, del ganador de la prueba, de cuatro ciclistas al azar y, por supuesto, de todo aquel que haya levantado una mínima sospecha a lo largo de la jornada. Por ejemplo, uno que cambie de bicicleta en varias ocasiones sin un motivo claro como un pinchazo o una avería.
Los comisarios utilizan unas tablets magnéticas que buscan puntos de calor en la bicicleta. Los motores eléctricos no se puede ocultar ante los 'ojos' de este sensor, según nos cuenta Juan Ochoa: "La batería, imanes y bobinado son metálicos y se detectan con facilidad". No se podría ocultar siquiera con un armazón de plástico que camufle el calor. En el pasado tour, se realizaron, según la propia UCI, 1.008 controles de bicicletas y no se detectó ningún caso de fraude.
En el caso remoto de que algún ciclista pudiese superar la prueba de la cámara térmica, no tendría tanta suerte con los rayos X. La UCI dispone de cabinas móviles que usan la misma tecnología que los escáneres de los aeropuertos, de modo que no solo detectan cualquier elemento sospechoso, sino que evita cualquier perjuicio para la salud. Este examen solo se realiza sobre las bicicletas seleccionadas al final de cada etapa.
Ochoa nos cuenta que desde que se han instalado estos sistemas de prevención, introducir un motor eléctrico en una bicicleta "es imposible". Esto se debe a que este tipo de ayudas son mecanismos "muy sencillos" que apenas han avanzado pese al avance de la tecnología. "Se pueden ocultar en el tubo del sillín y actuar sobre el pedalier", señala. Este es el sistema que habría llevado Lance Amstrong según quienes le señalan -sin éxito-, con una batería escondida donde el bidón de agua.
En las grandes vueltas, no se ha detectado ni un solo caso, aunque Youtube está repleto de vídeos sospechosos de ciclistas de primer nivel: desde Lance Armstrong hasta la última estrella del ciclismo internacional, el esloveno Tadej Pogacar. Las acusaciones llegaron durante el pasado tour incluso por parte de algunos rivales. De forma anónima, un compañero de pelotón señaló al diario suizo Le Temps que no usaba "un motor en las bielas o un sistema de electroimán en las llantas de las ruedas, sino un dispositivo escondido en el buje. Energía a través de los frenos". La UCI desmontó las acusaciones, pero no redujo el nivel de sospecha.
Sin dopaje mecánico en grandes vueltas, pero con sospechosos
En las grandes vueltas, no se ha detectado ni un solo caso de dopaje tecnológico, aunque Youtube está repleto de vídeos sospechosos de ciclistas de primer nivel. De ahí que sea extraño que la UCI lleve a cabo controles tan exhaustivos para vigilar un problema que, a priori, nunca ha existido.
El caso más reciente es Tadej Pogacar en el Tour 2021. Las acusaciones llegaron durante el pasado tour incluso por parte de algunos rivales. De forma anónima, un compañero de pelotón señaló al diario suizo Le Temps que no usaba "un motor en las bielas o un sistema de electroimán en las llantas de las ruedas, sino un dispositivo escondido en el buje. Energía a través de los frenos". La UCI desmontó las acusaciones, basándose precisamente en las pruebas realizadas a su bicicleta.
Otros, como Lance Armstrong, también fueron señalados por diversas personalidades. Es el caso de Jean-Pierre Verdy, que fue director de la Agencia de Antidopaje francesa hasta 2015. Del americano dijo que "Lance Armstrong es la mejor estafa. Con complicidad a todos los niveles. Recibió un trato especial. Muchos me dijeron que no debía atacar a las leyendas, que me iba a encontrar solo. Pero creo que tenía un motor en la bicicleta", explica Verdy.
En varios videos, de hecho, se observa cómo Armstrong se toca el glúteo e inmediatamente después, aumenta su ritmo. Las acusaciones dicen que tenía un botón escondido bajo el sillín que activaba el motor, pero esto es algo que nunca se pudo demostrar. El caso es que el dopaje mecánico ya es cosa del pasado gracias a la tecnología, que por el momento ha conseguido estar por delante de los tramposos.
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