Semana agridulce para el Real Madrid. Tras la espectacular victoria en la ida de los octavos de final de la Champions League ante el Liverpool en Anfield (2-5), los blancos volvían a la actividad liguera en el Santiago Bernabéu ante un Atlético de Madrid con ganas de revancha tras las derrotadas encajadas en Copa del Rey y la primera vuelta de LaLiga. Los pupilos de Simeone no claudicaron, esta vez, ante el eterno enemigo, firmando un 1-1 que deja a los merengues muy heridos en la pelea por la Liga, una en la que el Fútbol Club Barcelona puede poner mañana 10 puntos de ventaja.
Apostó Ancelotti de inicio por un once donde destacó la titularidad de Nacho en detrimento del lesionado Alaba, la inclusión de Ceballos en la medular para dar descanso al croata Luka Modric y la consagración de Asensio junto a Vinicius Jr y Benzema en la punta de ataque. Simeone, por su parte, sacó un centro del campo plagado de futbolistas para tratar de detener el libreto ofensivo local, esperando que Griezmann cazase alguna jugada aislada.
Los primeros minutos fueron para el Atlético de Madrid, que se encomendó al talento de Carrasco para romper la defensa madridista. Sin embargo, cuando mejor estaban los rojiblancos, tuvieron que lidiar con la fea lesión de Reinildo en el minuto 19 de juego. Giménez ocupó su lugar en el renovado tapete de Chamartín.
El Real Madrid se hizo con el tempo del partido en la segunda mitad de los primeros 45 minutos, alimentando de balones a Marco Asensio, que no cejó en su empeño de poner en apuros a Jan Oblak. Pese a las buenas intenciones de ambos conjuntos, el primer envite del encuentro fue de lo más aburrido. No destacó ni tan siquiera Gil Manzano, que suele tender a acaparar el protagonismo. El paso por vestuarios no despertó el hambre de ninguno de los dos.
Mismo Real Madrid, mismo Atleti
Tras la reanudación, al Real Madrid le costó entender que se jugaba el campeonato liguero, ya que otro desliz le pondría el cetro nacional en una situación muy complicada, pues la diferencia de puntos con el Barça podría llegar hasta los 10 o 11 puntos al final de la jornada 23. Vinicius se mostraba clarividente en cada una de sus galopadas, buscando un rematador para sus pases al área pequeña.
Simeone sentó al canterano Barrios por Correa, que siempre suele aportar frescura y chispa a los de la ribera del Manzanares. El reloj avanzaba, y la igualada no servía a nadie. Griezmann se envalentonó, gozando de dos oportunidades muy suculentas para abrir el marcador. El picante de la tarde lo puso Correa, que fue expulsado en el minuto 64 por un golpe en el pecho de Rüdiger que solo Gil Manzano vio como grave.
Un gol que revoluciona la Liga
El Real Madrid olió la sangre en su víctima, una que volvía a pecar de falta de inteligencia táctica en otro derbi que tenían controlado. Pero, cuando todo parecía apuntar que el Atlético sería asediado, llegó el gol visitante. Una falta perfectamente botada por Griezmann en el minuto 78 encontró la cabeza, poderosa y contundente, de Giménez, que batió a un Courtois que poco pudo hacer.
Con todo que ganar y todo que perder, el Real Madrid le puso más corazón que cabeza al encuentro durante el último tramo. Tiros desde fuera del área, jugadas en banda que morían sin destinatario, y un centro del campo (ya con Modric) que no terminaba de carburar. Simeone pedía calma a los suyos, y esta se tradujo en pérdidas de tiempo que no terminaron de verse penalizadas por el colegiado. Pero ahí estaba el Madrid, como siempre.
Un córner de Modric encontró la fe de Álvaro Rodríguez, el ariete de la Fábrica que había salido al campo para rematar todos los centros posibles. El silbido final sentenció un derbi anodino en el que ninguno reinó, pero en el que el Atlético de Madrid, muchos encuentros después, sacó más cosas positivas que el Madrid. Inyección de moral para unos y media Liga en el disparadero para otros.
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