El Real Madrid se clasifica para la final de la Supercopa de España ganando a un rocoso Valencia en la tanda de penaltis.
Los fallos de Cömert y Gayá inclinan la balanza para los de Ancelotti en un soporífero partido, en el que se vió de todo menos fútbol. El conjunto madridista llega muy mermado a la final por las lesiones. A las ya conocidas bajas de Alaba y Tchouaméni, ahora se les suman las de Lucas Vazquez y Militao.
Mucho ruido y poco, muy poco fútbol
La primera parte del partido ha sido un completo somnífero. Ambos equipos han mostrado la peor de sus caras de toda la temporada, cometiendo absurdos fallos, impropios de jugadores de tal bagaje, y sobre todo, creando poco, muy poco peligro sobre la portería rival.
El Real Madrid se proyectó en su versión más densa, con largas y horizontales transiciones de balón que no llegaban a ninguna parte. Los pases que arribaban a las botas de Rodrygo, Vinícius Júnior y Benzema eran más propios de fuego amigo que de una intentona de marca un tanto.
El Valencia por su parte trató de esperar en su campo que los errores de los de Ancelotti se produjeran para poder hacer una contra que rompiera la muralla madridista. No obstante, para infortunio del conjunto 'ché' las cosas no se propiciaron para que su plan de juego se diera a cabo.
Pero dentro de una soporífera primera parte siempre hay algún rayo de sol. Este haz de luz vino en forma de gol blanco en el minuto 37: un balón teledirigido desde las botas de Eder Militao llega a la espalda de la defensa del Valencia para que 'KB9' la peleé y provoque que Comert haga penalti. Una pena máxima que el '9' madridista no dudó en transformar.
Tras el tanto, el partido siguió igual. Con mucho ruido y poco fútbol.
¿Dónde está el 'fútbol champagne'?
Los segundos 45 minutos fueron todo lo contrario a los primeros. Nada más comenzar, al poco del pitido del árbitro, un centro pasado al segundo palo del Valencia llega para que Samuel Lino le gane la espalda a Lucas Vazquez y bata a placer a Courtois.
Tras el gol valencianista, ambos equipos, motivados por romper la igualdad en el marcador, metieron una marcha más y dejaron atrás toda hoja de ruta marcada al inicio del partido. Los dos equipos decidieron pasar al ataque y ser más contundentes sin balón.
No obstante, ese 'fútbol champagne' del que tanto se habla hoy en día en el balompié mundial siguió mostrandose a cuenta gotas en la primera semifinal de la Supercopa de España. Parecía un partido de categorías inferiores en el que ambas escuadras jugaban con mucho corazón y poca táctica.
Y con esta tónica, los minutos han ido consumiéndose sin pena ni gloria y sin un dominador claro del partido. Aunque, durante gran parte de la segunda parte, el equipo valencianista parecía que era el que más ganas tenía de romper la igualdad del marcador. Asediando y encerrando al equipo blanco. Un Real Madrid que vio como su equipo se fue desmigando a base de lesiones a lo largo de los segundos 45 minutos. Primero fue Lucas Vázquez y posteriormente Eder Militao.
De una manera u otra, el partido siguió y acabó condenado a la prórroga ante la falta de tino entre ambos conjuntos.
La suerte sonríe al Real Madrid
El primer finalista de esta nueva edición de la Supercopa de España se elegiría en el tiempo extra. Una prórroga que seguiría siendo tan difícil de digerir como los 90 minutos reglamentarios. Ambos equipos continuaron escasos de ideas que rompieran la defensa rival, aunque el Real Madrid fue quien más incidió en el campo de su contrincante. No obstante, el Valencia no se quedó atrás y cuando tenía un centímetro de campo para correr no dudada en hacerlo poniéndo a prueba la resistencia de los jugadores de atrás de Ancelotti.
Y a pesar de que ambos conjuntos lo intentaron hasta el final de los minutos la suerte de los penaltis ha sido la jueza de este partido, clasificando al Real Madrid para la final de la Supercopa de España.
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