Ayer se confirmó la rotura de fibras de Cristiano Ronaldo, adelantada por Vozpópuli el pasado martes. El portugués se sometió por iniciativa propia a una prueba en la Clínica Ruber en la que el doctor Delgado confirmó la mala noticia que club, entrenador y parte de la prensa llevaban horas negando. El luso se desplazó de incógnito a la clínica para hacerse una prueba durante la mañana, pese a que los servicios médicos no la habían programado. Confirmaba la rotura de fibras, posteriormente salía en el maletero de su coche tratando de evitar a la prensa.
El divorcio entre la plantilla y los servicios médicos que dirige el doctor Olmo vive un nuevo capítulo, quizá decisivo en esta guerra que libran jugadores y doctores durante toda la temporada. El futbolista ha pasado en unos días de tener molestias en el vasto exterior a arrastrar una sobrecarga y posteriormente sufrir una rotura de fibras que puede suponer el final de la temporada para Cristiano Ronaldo. El luso no ha gestionado bien lso tiempos de descanso jugando la totalidad de los partidos, a excepción del choque de Copa en Cádiz y el de Liga en Vallecas. Ronaldo sufre una rotura, pequeña, pero lo suficientemente grave como para condicionarle los cinco partidos que le restan al Real Madrid en el mejor de los casos (dos de Champions y tres de Liga).
En Portugal observan con recelo la decisión de Ronaldo, que a sus 30 años capitaneará a una selección lusa con la que aún no ha ganado ningún título. Mientras Zidane espera que no repita lo ocurido con Diego Costa en 2014
El doctor Delgado le ha recomendado un tratamiento de células madre para acelerar la recuperación de esa microrotura. El dilema que afronta el portugués ahora es si arriesgar en la vuelta de la semifinal de Champions, pudiendo romperse, lo que le dejaría sin final y prácticamente sin Eurocopa en junio. Podría no arriesgar en la semifinal en el Bernabéu y tratrar de recuperarse antes del 28 de mayo, fecha de la final, arriesgando en el caso de que el Real Madrid se clasificase. O podría no arriesgar y esperar a la Eurocopa, ya que cualquier recaída de la lesión le dejaría fuera del Europeo con Portugal o le hipotecaría físicamente, como ya le ocurrió en 2014, cuando una rotura de fibras le impidió jugar la final de Copa ante el Barcelona en Valencia y condicionó su rendimiento posterior con Portugal en el Mundial de Brasil.
A todo eso se suma que el portugués está más fuera que dentro del Real Madrid, después de los contactos y el acuerdo al que ha llegado con el PSG, por lo que podrían ser los últimos minutos de Cristiano con la camiseta blanca. La decisión la tiene el jugador, la rotura es un hecho y el reloj corre en contra del delantero. Mientras su madre advertía en la presentación de su autobiografía que le ve "al 80%", él trataba de mostrar cierto optimismo en las redes ("Nunca te rindas, sé positivo"). En Portugal observan con recelo y preocupación la decisión de Ronaldo, que a sus 30 años capitaneará a una selección lusa con la que aún no ha podido conquistar ningún título. En el Real Madrid Zinedine Zidane espera la evolución de Cristiano, con el temor de que pueda protagonizar un caso similar al de Diego Costa en 2014, cuando el hispanobrasileño trató de forzar con una elongación de fibras (estadio previo a la microrrotura de Cristiano) en la final de Champions, rompiéndose en la primera carrera y retirándose a los siete minutos de partido. Cristiano está en la encrucijada.
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