Cuando Iglesias Villanueva señaló el final del partido, a Florentino Pérez le llevaban los demonios. La frustración al ver cómo se le escapaba otra liga, la sexta en siete años, se dejaba ver en su rostro desencajado. Junto a él, en A Coruña, su guardia pretoriana. Sus generales. El más mediático le advirtió: "Tranquilo presidente, Zidane no tiene la culpa. No podemos quemarle. Esto lo tienen que sacar adelante los jugadores. Recomponga el gesto, decenas de cámaras de televisión le esperan en la final de baloncesto".
Florentino no pudo esconder su disgusto y las cámaras dieron buena cuenta de su monumental enfado. ¿Pero enfado con quién? Con el vestuario. Si Pérez hubiese podido, habría despedido ayer a más de un jugador. Pérez planea una limpia en el vestuario en la que tiene previsto sacar a más de un peso pesado. Sergio Ramos, Cristiano Ronaldo, Isco... El de Camas se ha convertido en el nuevo Iker Casillas para el presidente, a lo que se suma que el sevillano no atraviesa por su momento de forma. Pero ni Ramos eligió en Málaga el 4-3-3 con Isco de 9, ni Cristiano fichó a Kovacic como especialista defensivo.
Ahora la misión, como le dijo esa persona, una de las pocas que escucha Florentino, es salvar a Zinedine Zidane. Muchos ven al francés como un tiro al aire de Florentino hasta que regalactice el equipo en verano, al mando del cual ha querido poner al alemán Joachim Löw (que tiene contrato con la federación alemana) y a Jose Mourinho (al que ha llamado hasta en tres ocasiones, pero tiene un acuerdo con el Manchester United). Al presidente no le convencía Benítez. Nunca le entró por los ojos. Pero a Zizou lo consideraba una apuesta de futuro, un escudo a utilizar más adelante, cuando el escenario se complicase. Sin embargo, las circunstancias han obligado a utilizarlo antes de lo esperado.
Sin entrenadores que cesar, no queda más que señalar a los jugadores con los voceros en las tertulias, comenzar a filtrar nombres de fichajes 'galácticos' para distraer la atención y aferrarse con fuerza a la Champions
No pocos sospechan que Zidane está verde para hacerse cargo de un banquillo como el del Real Madrid. Entre ellos el propio Florentino, que ha utilizado pronto y mal la bala del francés, porque nadie va a culpar a Zizou de lo que está pasando. Y por eso el galo no puede ser utilizado como un escudo en estos momento. Quizás por eso el domingo esa persona le aconsejó salvar a Zidane de la quema. El francés no puede ser culpable ni cómplice. Como tampoco puede ser escudo. Sólo puede ser víctima. Otra más de la voracidad resultadista del presidente, con la diferencia que Zidane es caza mayor, un referente para una afición que colecciona reproches que echar en cara a Pérez.
Poco después de esa charla, Florentino se abrazaba a Pablo Laso, técnico de la sección de baloncesto al que ha movido la silla no pocas veces. En una ocasión llegó a tener atado a Djordjevic, pero su ficha le costaba demasiado. En otra, despidió a sus ayudantes Hugo López y Jota Cuspinera, para colocarle a los promocionables Chus Mateo y Zan Tabak. Pero Laso ha aguantado estoicamente cinco años ganando 11 de las 15 finales que ha jugado, de 19 competiciones disputadas. ¿Y si Florentino le diese a Zidane la continuidad de Laso? Eso es impensable. Ahora toca salvar al soldado Zizou. Al menos mientras no peligre el propio Florentino.
La receta ahora es tan antigua como recurrente: señalar a los jugadores con los voceros en las tertulias, comenzar a filtrar nombres de fichajes 'galácticos' para distraer la atención y aferrarse a la Champions. Sin entrenadores que cesar, no queda otra.
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