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VI Naciones 2016: Réquiem por el rugby de gordos en blanco y negro

    

Solía decirse en el rugby, ese anterior a la profesionalización en 1995, que "los partidos los ganan los delanteros y los tres cuartos deciden por cuánto". Pero eran otros tiempos. Tiempos en los que las reglas no castigaban los agrupamientos. Ahora rehuyen las fases cerradas, desprecian los maules y han deconstruido las melés hasta convertirlas en lances casi funcionariales.

Los delanteros han perdido importancia en un deporte en el que eran los grandes protagonistas con ilustres excepciones como Campese, Lomu o los franceses del rugby champagne. Hubo un tiempo en que un pilier podía desequilibrar un partido. Un solo hombre era capaz de dominar una melé, arrancando golpes uno tras otro a la delantera contraria que el pateador de su equipo convertía en puntos. Y así se ganaban los partidos.

Era legendaria la primera línea galesa de Pontypool que secundaba a los Gareth Edwards, Barry John, JPR y compañía. O los arrogantes delanteros ingleses de los años 70 y 80 con su violencia en los puntos de encuentro y aquel glorioso Ruck'n'roll. O las descomunales delanteras sudafricanas con sus "flankers psicópatas". Todos ellos han sufrido una pérdida de influencia en el juego, especialmente en fases estáticas como la melé o en el maul, una suerte que hoy en días es sinónimo de rugby anacrónico.

Un pilier de hoy en día debe correr y pasar bien a ambos lados. ¿Pasar la pelota un pilier? La profesionalización y la televisión han condenado el rugby cerrado de otros tiempos

Esa tendencia, condenada por la profesionalización, ha provocado una mayor preocupación por el mercado que por el juego, encontrando en la televisión al cómplice perfecto. La televisión no puede permitirse partidos cerrados, cortes del juego o un pick & go eterno que no permita a los espectadores ver dónde está escondida la almendra. "Rugby expansivo y jugadores totales". De esa forma tan ampulosa se vende el rugby 2.0. Los gordos (denominación cariñosa con la que se conoce a la delanteros) han dejado de serlo. Incluso los primeras líneas lucen tableta embutidos en esas camisetas horrorosas con la que disfrazan ahora a los jugadores. Un pilier de hoy en día debe correr y pasar bien a ambos lados. ¿Pasar la pelota un pilier? Algo impensable en otro tiempo. "El miedo les hace correr", decían antes ellos de los tres cuartos.

En el nuevo rugby es vital el tercer hombre. Cuando dos jugadores llegan al punto de encuentro, placador y placado caen al suelo, y resulta fundamental ser el primer apoyo en llegar a la 'abierta' para asegurar la posesión de la bola. En el rugby moderno dominar el punto de encuentro o lo que los británicos y los países del sur llaman el 'breakdown' resulta fundamental. Hay que trabajar siempre en grupo y en caso de tener la bola, mantener viva la posesión transmitiendo antes de caer al suelo para no dar oportunidad al rival a bloquear la jugada y montar la defensa. El offload o descarga es un don natural de los polinesios que en Europa se trabaja con ayuda de la efervescente disciplina del rugby 7.

Los gordos ya no lo son. Hoy la clave es el el tercer hombre, ser el primer apoyo en llegar a la 'abierta' para asegurar la posesión de la bola

En esta tesitura se llega a un VI Naciones marcado por el desastre europeo en el Mundial, donde los cuatro semifinalistas eran del sur. Más sonado fue el fiasco de ingleses (eliminados en primera ronda en su Mundial) y franceses (machacados por los All Blacks en cuartos) que les costó el puesto a sus seleccionadores. A este torneo Francia llega con el apóstol del rugby champagne en su banquillo (Guy Noves), mientras que el XV de la Rosa ha apostado por el australiano Eddie Jones, que promete una Inglaterra menos victoriana en su desempeño. Los favoritos son los irlandeses, que buscan encadenar el tercer título, pero las retiradas de O'Driscoll y O'Connell dejan huérfanos a los verdes, sin líderes carismáticos para gobernar el juego industrial que propone su seleccionador, el neozelandés Joe Schmidt. Otro kiwi, Warren Gatland, tratará de llevar a Gales al título, aunque el calendario no es sencillo con visitas complicadas para los dragones. Y el tercer neozelandés, Vern Cotter, ha implantado en Escocia un rugby divertido y vertiginoso que ha jubilado el juego laborioso y embarrado de su delantera para dar paso al descaro de sus tres cuartos. Italia, por último, presenta una revolución en la despedida del francés Brunel con muchas caras nuevas que prometen descaro.

La renovación es innegable, pero de los seis capitanes, cinco son delanteros y tres de ellos primeras líneas. Hay cosas que no cambian. De momento el balón sigue siendo oval y la cerveza es un elemento indispensable en los estadios. El día que no ocurra eso...

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