Ruth Beitia se cuelga a los 37 años el oro olímpico que lleva toda la vida persiguiendo. La española, la mayor de las 17 finalistas y la medallista de más edad de la historia en esta disciplina, pudo al fin ver realizado el sueño de su larga carrera deportiva al proclamarse campeona olímpica de altura con un salto de 1,97 metros.
Después de su cuarto puesto en Londres, Beitia, triple campeona de Europa, sabía que estaba ante la última oportunidad de colgarse una medalla olímpica y llegaba en inmejorables condiciones para lograrlo. La favorita era Chaunte Lowe, la líder mundial del año con 2,01, quien pretendía despedirse con un oro en sus últimos Juegos. Era la única que había superado los dos metros junto a la alemana Marie-Laurence Jungfleisch. Además causaba baja la campeona de Londres 2012, Anna Chicherova, por el "dopaje de Estado" ruso.
Ruth abrió el concurso de saltos pasando con solvencia el 1,88, como otras 16 finalistas. Después el listón subió a 1,93 y Ruth lo superó a la primera. En esa altura se querdaron cinco y otras siete no pasaron el filtro del 1,97.
La búlgara Mirela Demireva y la croata Blanka Vlasic, que saltaron lo mismo que la española, pero realizando más fallos, la acompañaron en el podio. La clave estuvo en el paso del 1,97 en su primer intento. Una altura que solo flanquearon cuatro atletas. Posteriormente elevaron el listón a 2.00. La española derribó el listón en sus tres intentos, por lo que tuvo que esperar a que sus rivales franqueasen la altura. Cada error de uno de ellas era subir un escalón del podio. Falló Demireva. Falló Vlasic... Y Ruth se subió a lo más alto del podio olímpico, algo impensable para una atleta que tenía más cerca la retirada que Río de Janeiro.
La atleta, visiblemente emocionada, no escondió su enorme felicidad por su conquista. "Desde que volví solo hago sonreír y ponérselo fácil a la gente para que disfrute conmigo. Cuando falló Demireva dije, se cumplió el sueño, soy medallista olímpica, cuando cayó Vlasic subí a plata y luego falló Chaunte (Lowe) y sentí que la suerte estaba esta vez de mi lado. Ahora quiero tomarme una cerveza fría, o dos, y abrazar a Ramón (su entrenador Ramón Torralbo) que ha estado todo este tiempo; la medalla olímpica también es suya porque ha sido consecuencia de nuestro trabajo de 26 años". A veces hay historias que tiene final feliz...
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