Sara Carbonero, periodista deportiva que no ejerce desde que su pareja, Iker Casillas, fichó por el Oporto, había dejado momentáneamente de escribir en el blog de la revista Elle en el que colabora.
De hecho, su anterior artículo en 'Cuando nadie me ve' -así se llama el blog- databa del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Más de un mes después, Sara comienza reconociendo su ausencia: "Mucho tiempo sin pasarme por aquí, lo sé. Algunos os habéis preocupado y me preguntábais a través de las redes sociales y los comentarios del blog si pasaba algo. La respuesta es no. Al menos nada malo, todo lo contrario".
"Resulta que había llovido mucho los días anteriores y al ir a dar la vuelta en una especie de prado, la parte derecha del coche se quedó literalmente hundida en el barro"
"Supongo que como nos ocurre a casi todos, hay veces y épocas de nuestra vida en las que nos apetece menos abrirnos y compartir cosas con los demás. De alguna manera estamos menos comunicativos, nos vamos cerrando poco a poco y cada vez cuesta más volver a romper el hielo", añade.
Pero se ve que ha recuperado las ganas de escribir, y aprovecha para relatar un curioso suceso que vivió en un bosque cercano a la ciudad portuguesa en la que reside junto al exjugador del Real Madrid.
"Hace unos pocos días, de casualidad fui a parar a uno de esos lugares que parece que guarden un montón de secretos. Una especie de bosque, cercano a una carretera, a unos 40 km de Porto. Un sitio que me transmitió buenas sensaciones, estaba perdido en medio de la nada y todo era silencio", comienza.
Tras una sesión de fotos, varias de las cuales acompañan el texto, a la periodista madrileña le sucedió lo siguiente:
"Gracias por entender que cada uno es libre de contar sobre su vida hasta donde quiera contar, que todos deberíamos tener el derecho de comunicar las cosas cómo, cuándo, y a quiénes queramos"
"Al marcharme de ese lugar idílico viví una de esas situaciones que parece que sólo pasan en las películas. Ahora me río, pero en el momento pasé miedo. Resulta que había llovido mucho los días anteriores y al ir a dar la vuelta en una especie de prado, la parte derecha del coche se quedó literalmente hundida en el barro. Traté de acelerar para salir de allí pero lo único que conseguí fue hundirlo más y más. Mi cara al ver la rueda salpicando una especie de barro o estiércol era un poema. Mi primera reacción fue reírme pero al ver cómo iba anocheciendo y que era incapaz de sacar el coche de allí se me fueron pasando las ganas de broma. Al final tuvo que venir una grúa a ayudarme, nada más ver a su conductor le pregunté: 'A que usted también habría tratado de dar la vuelta en el mismo sitio?'. Lo peor fue el cachondeo que me tocó aguantar los días siguientes. Os podéis imaginar".
Por cierto, una curiosidad: si Sara Carbonero estaba sola en el bosque y de ahí su "miedo", ¿cómo se las arregla para hacerse todas esas fotos? Quizás sea un buen tema para un futuro post.
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