Fue conocer los finalistas de la Super Bowl y el ambiente enloqueció. Y eso que no iba a estar el equipo que más seguidores tiene en el país, Dallas Cowboys, eliminado en cuartos. Pero saber los nombres de los finalistas supuso mucho más que el manido favoritismo de uno sobre otro, siempre rivales con poco peso social pero si mucho deportivo.
Y es que este domingo no juegan los Falcons contra los New England. Juega América, como ellos dicen, contra América. Un duelo, casi fraternal, donde el resultado importa a un número muy limitado de seguidores incluso en sus ciudades de origen.
"No dejas de comer, de beber y de reír con los tuyos. El partido, casi es lo de menos"
Para intentar entender lo que representa este partido hay que partir de un principio que hace que se comprenda en USA. Y este se ciñe a su relevancia; es el primer deporte del país. De largo. Bastante por encima de la NBA, el béisbol o el hockey sobre hielo. De hecho, su presencia en los medios, en el día a día… se hace interminable. Existe el football, y todo lo demás se pliega a sus órdenes. Y la Super Bowl es el cénit.
Apasiona el football desde "Middle School" –niños de 12 a 14 años-, cuando comienza a mostrar su esencia escolar tras pasar muy desapercibido en "Elementary" –Primaria en España- por su agresividad. Entonces, sólo el baloncesto le hace sombra. Las ligas escolares, en "Middle" y "High School", copan la prensa y las teles locales.
“Aquí en Jenks –un distrito escolar de la ciudad de Tulsa- van 10.000 personas a los partidos”, señala Justin Dunham, profesor y dueño de una academia de taekwondo. “Nos resulta imposible competir con el football. El 95% de los chicos lo practican dejando poco hueco para el resto”, comenta mientras se ve reforzado por Jeff Howard, profesor de la academia y padre de un jugador en edad juvenil al que no le asustan, como progenitor, los problemas que están mostrando muchos jugadores a nivel neurológico por los golpes recibidos en la cabeza. “Sabemos que es muy duro, y todos los jugadores se esfuerzan en exceso. Su carrera, generalmente, es corta como profesional, de ahí la dureza por no quedarse atrás y perder el puesto”.
Pero lo que subyace en partidos de esta envergadura se columpia en lo deportivo para alcanzar cotas que sostienen, en un olimpo imaginario, un evento “maravilloso”, según palabras de Tyler Miller, profesor de Educación Física en un centro de Tulsa.
“Somos muchos en el país los que vamos a ver el partido sin darle importancia como duelo deportivo. Es más el hecho de poder reunirnos, de compartir el momento, de comer juntos… es una fiesta”. indica Miller. Destaca que, tras la fiesta de Acción de Gracias y el 4 de Junio –fiesta nacional-, es un día especial para los ciudadanos del país: “Es divertido. Aunque la gente va a bares y cervecerías, muchos se quedan en casa, con la familia, con los amigos. No dejas de comer, de beber y de reír con los tuyos. El partido, casi es lo de menos, sobre todo para mí que apoyo a los Kansas City Chiefs” sostiene entre risas.
Salchichas, costillas... y publicidad
Y los supermercados comienzan su campaña desde semanas antes. Walmart, por ejemplo, buque insignia en el país de las grandes superficies, ha decorado entre lineales figuras con cajas de Doctor Pepper, refresco del patrocinador de la competición, Pepsico.
Rodeado de patatas y salsas varias, la gente compra con avidez antes de agotarse las reservas. “El domingo por la mañana no quedará casi nada”, anticipa una de sus trabajadoras antes de apuntar con su dedo la sección cárnica: “Salchichas, costillas, hamburguesas y perritos van a volar rápido. Es lo que siempre se come en la Super Bowl” concluye antes de reponer cajas con latas de cerveza.
Pero ante tantos millones de espectadores en este evento mundial, hay quienes encuentran en el espectáculo del suburbio del deporte motivos para permanecer sin perder sitio ante la pantalla. “Los anuncios son estupendos. Siempre estrenan las grandes marcas su publicidad en este partido. Muchos estamos pendientes porque son muy graciosos, innovadores… muy distintos a los habituales” me dice Dora Allen, una profesora nada atraída por lo deportivo.
“Además siempre hay actuaciones. Este año será Lady Gaga la encargada de hacerlo, pero lo más importante es la fiesta que tenemos, estar juntos” expone. Tim Ward es otro de los que apenas prioriza el partido: “No me gusta mucho el football. Reconozco que es intenso cuando se juega, pero es muy lento, con muchas interrupciones. Prefiero vuestro fútbol” opina mientras sostiene su afirmación: “He vivido en Europa y sé lo que es vuestro soccer. Aquí somos vistosos vendiendo los eventos como la Super Bowl, pero vosotros tenéis a Iniesta”.
Y entre todo emerge Tom Brady, “el mejor jugador de la historia”, advierte Miller pretendiendo fijar el tema. “Es su partido. Podría ganar su quinta Super Bowl que, junto a los MVP logrados, le hacen estar por encima de los demás. Me gustaría que ganaran los Patriots por él, pero la verdad es que me da igual quien lo haga”.
Brady, a sus 39 años, emula a Peyton Manning, vencedor de la pasada edición con los Denver Broncos a la misma edad. Sus duelos de la última década “serán recordados siempre” expone Miller sabiendo que “es posible que sea su última oportunidad, pero aun así se irá a lo grande porque él es el equipo”. Casi como Iniesta.
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