"La defensa considera las cifras correctas y no las pone en duda", dijo durante el proceso, el abogado de Hoeness, Hanns W.Feigen. La cifra se basa en una documentación proporcionada por los abogados de Hoeness al fisco que ha hecho esa estimación durante el proceso. Inicialmente, la acusación contra Hoeness partía de una deuda fiscal de 3,5 millones de euros. El propio Hoeness corrigió esa cifra al alza durante el primer día del proceso cuando aseguró deber más de 18 millones de euros y posteriormente una inspectora fiscal llamada a declarar hizo una segunda corrección al alza en las que se basan las cifras actuales.
Pese a esas correcciones al alza, el abogado de Hoeness sostuvo que los 27,2 millones de euros se derivan de cifras que ya estaban contenidas en la autodenuncia del 17 de enero de 2013, con lo que esta sería efectiva. El juez, Rupert Heindl, subrayó que el tribunal se basará en las nuevas cifras para dictar sentencia y no en los 3,5 millones de la acusación inicial. Los impuestos adeudados se deben a los beneficios por especulaciones bursátiles realizadas a través de una cuenta en suiza, en el banco Vontobel, de la que originalmente no tenía conocimiento el fisco alemán.
Después de que fracasasen las negociaciones para un acuerdo tributario entre Suiza y Alemania Hoeness optó por autodenunciarse, aprovechando una figura del derecho alemán que le permite a los evasores fiscales librarse de la persecusión penal a cambio de una multa y del pago de su deuda, con los intereses de mora correspondiente. No obstante, para ello se requiere que la autodenuncia sea completa, lo que ha sido puesto en duda por la fiscalía. La última vista del juicio tendrá lugar este jueves, con los alegatos finales de la fiscalía y de la defensa y con la sentencia.
La manera en la que durante los primeros dos días del proceso las cifras han ido creciendo exponencialmente generan ahora desconcierto. "Estoy desconcertado, todo indica que Uli Hoeness perdió el control de las cosas", dijo el jefe del grupo parlamentario socialdemócrata en el Bundestag, Thomas Oppermann. Las cifras hacen la situación de Hoeness más difícil y hace que muchos duden que pueda librarse de la cárcel.
La carta que ha querido jugar durante el proceso es la de la absoluta cooperación que, según algunos, podría ser vista como atenuante. El fisco y la fiscalía, sin embargo, han puesto el duda esa cooperación y han dicho que Hoeness sólo ha venido proporcionando a pedazos la información que se le pide. Otros sostienen que la dimensión de las especulaciones bursátiles y de divisas a través de un banco suizo, que generaron las ganancias que Hoeness no declaró a Hacienda, fueron de una dimensión tal que el caso ya no puede juzgarse con parámetros normales.
Los defensores de esta última tesis apuntan a que Hoeness, que llegó a perder 18 millones de euros en un día en sus especulaciones, participaba en los mercados bursátil con un impulso ludópata, lo que haría que no fuera por completo dueño de sus actos y que sería algo que podría ser considerado también en la sentencia.
Una pregunta que está abierta es lo que pasará con los cargos de Uli Hoeness en el Bayern. Los socios y el consejo de vigilancia, en el que tienen asiento representantes de los consorcios Adidas, Audi y Telekom, le han dado hasta ahora pleno respaldo a Hoeness y rechazaron su oferta de dimitir en el momento en que estalló el escándalo. La idea es esperar al menos el fin del proceso e, incluso, una posible revisión.
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