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Bolt sigue siendo el rey de la velocidad y Miguel Ángel López marcha como un toro

El jamaicano Usain Bolt, campeón olímpico y plusmarquista mundial de 100 metros, recuperó en Moscú, con una marca de 9.77, la corona que había perdido, por descalificación, en los Mundiales de Daegu 2011.

Bolt, paraguas e historia

Usain Bolt hacía como si llevase un paraguas antes de comenzar los 100 metros. Era una pequeña advertencia, ganaría porque es el mejor, pero los milagros, los récords, mejor con sol y viento favorable. La pista no estaba para florituras, pero cumplió sobradamente, 9.77, mejor registro de la temporada y la sensación de que con el jamaicano no se ve atletismo sino historia.

Como tantas otras veces salió un poco parado, superado por varios rivales, pero nada más que eso, su velocidad dura más que la del resto, es capaz de coger una punta a la que nadie llega y mantenerla tantos metros como sea necesarios para detener a cualquier rival que se le ponga enfrente. El segundo mejor, el primero de los mortales, fue Gatlin, con 9.85. Después del estadounidense tres jamaicanos más, no parece que les vaya a costar mucho ganar el relevo.

Bolt pertenece a la estirpe de los mejores deportistas de todos los tiempos, al panteón de Phelps, el de los elegidos. Disfrútenlo mientras dure.

Miguel Ángel López camina como un toro

Antes de que Bolt saltase al tartán, antes de que hubiese corrido incluso las semifinales, el equipo español ya había cumplido el expediente para estos mundiales de Moscú. Miguel Ángel López, marchador murciano, había quedado tercero en los 20 kilómetros marcha, un bronce que ya hace sobrepasar las expectativas de un equipo que se situaban en una o ninguna medalla.

Se benefició de los malos andares del chino Wang y del guatemalteco Barrondo, incapaces de mantener los pies en el suelo como exige la prueba. La caída de Barrondo llegó al final y llenó de júbilo tanto al español como a otro chino, Chen, que celebró su eliminación con los brazos en alto.

López terminó con Chen a tiro en el estadio, pero las fuerzas no alcanzaban para llegar a él. Para dar la vuelta de honor al estadio alguien tuvo la genial idea de darle una bandera con un toro, así que el resto de su vida verá las fotos de su mayor triunfo y tendrá que aguantar esa aberración estética. El bronce vale igual, por eso no descalifican.

Dibaba la grande

Se corrían los 10.000 metros en el estadio con una favorita que es etíope y funciona como un reloj. Si compite gana, y ayer no fue diferente. Tirunesh Dibaba venció y voló en la última vuelta, 400 metros en menos de un minuto. Cualquiera en el estadio se pregunta cómo puede tener fuerzas para correr así en los últimos metros y no reventar por el camino. Ella sigue desafiando las leyes del cansancio y aumentando el palmarés, ya es cinco veces campeona del mundo y tres más olímpica.

Reese la indetectable

Hay pruebas que se difuminan con el tiempo, pierden glamour o interés sin motivos concretos, como si fueran modas. En el salto de longitud se recuerda la época de Heike Drechsler o Jackie Joyner-Keerse pero es complicado encontrar hoy en día entusiastas de esa misma disciplina. Es de justicia nombrar a Britney Reese, que lleva ganados tres oros seguidos en los mundiales, que venció en Londres y que también ha ganado los últimos dos mundiales en pista cubierta. Un dominio total que ayer también mostró, le costó más la clasificación que la final.

El no de Kevin López

Kevin López es uno de esos mediofondistas de clase, un chico que, a pesar de ser sólo del año 90, viene con el aval del mundillo atlético, en el que siempre le nombran como uno de los miembros más dotados para el futuro del atletismo español. No se le discute el talento, pero igual tiene que aprender los arcanos del oficio, esos que dicen que hay que llegar a punto para la máxima competición, que es mejor reservarse para Moscú que deslomarse en un mitin y hay que aprender a correr contra los mejores para ser miembro de la élite. Asignaturas pendientes para un atleta que en ningún momento ha estado a su nivel en el mundial, que es cuando hay que estar a tope. 

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