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Cinco claves del hundimiento de Gary Neville al frente de un Valencia en crisis

                                   

El Valencia vive su peor trauma futbolístico en años. Sumido en una depresión deportiva que ya abiertamente les pone en la pugna por la permanencia, fantasmas que no rondaban por Mestalla desde la era Koeman han vuelto a arrastrar su sábana por el coliseo ché con Gary Neville en el banquillo. Un equipo que empezaba la temporada eufórico con su vuelta a la Champions se ve seis meses después navegando a la deriva, oliendo el azufre de los puestos de abajo. ¿A qué se debe este hundimiento? Intentemos explicarlo:

1) Una plantilla poco identificada: A muchos les sorprendió el cambio súbito de capitanes que Neville llevó a cabo hace un par de semanas, otorgando poder a hombres tan presumiblemente poco trascendentes en el genoma valencianista como Álvaro Negredo. Aquello se destapó como la punta del iceberg de algo mucho más preocupante: una plantilla repleta de jugadores sin ningún arraigo al club ni a sus colores que, además, parecen estar contagiando a algunos efectivos de la casa.

2) Peter Lim y su 'dedocracia': Es lógico pensar que quien tanto dinero desembolsó para reanimar a un Valencia moribundo en sus balances quiera ahora llevar el timón de la institución. Lo perjudicial para la entidad, sin embargo, está siendo lo aparentemente arbitrario de sus decisiones, marcadas por un claro nepotismo. La controvertida medida de situar a Gary Neville como entrenador, sin más mérito que ser hombre de confianza del singapurense, habla también de una situación incómoda para Suso García Pitarch, teórico encargado de tomar las determinaciones deportivas en los despachos pero con las manos visiblemente atadas.

3) La mano de Jorge Mendes: Como extraordinario intermediario que es, el mandamás de Gestifute tiene siempre un anverso y un reverso para los clubes a los que se acerca. La cara amable habla de un conseguidor futbolístico de primer nivel; el reverso, normalmente tenebroso, lleva a una espiral monopolística de la que es difícil salir. Y que colma ciertas plantillas de elementos, cuanto menos, sospechosos.

4) La herencia de Nuno: Si bien Neville no ha hecho nada para sanarla (ni parece estar preparado para ello), salta a la vista que la herida del Valencia no es reciente. El luso dejó un equipo monocorde y poco trabajado en varias áreas a las que ahora se les ven las costuras. En la Avenida de Suecia no se busca un grupo humano que gane, sino que compita. Y el plantel actual, que está lejos de lo primero, parece haberse olvidado también de lo segundo.

5) Presión de la grada: No es ningún secreto que Mestalla es una plaza exigente, donde la oreja no se concede con facilidad. La afición, resabiada tras la pobre imagen europea, ha terminado multiplicando su cabreo cuando el conjunto blanquinegro también dejaba la Copa del Rey, de manera virtual, por la puerta de atrás. La bofetada a la única ilusión que le quedaba en el curso al seguidor ché ha sido difícil de digerir.

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