El Consejo Superior de Deportes (CSD) no se cansa de enfatizar las virtudes de Vicente del Bosque, convencido personalmente por Pedro Sánchez para ejercer la tutela sobre la complicada situación de la RFEF tras las convulsiones ligadas a la larga etapa de Luis Rubiales al frente del órgano federativo.
La última loa del CSD, que acaba de proponer la inhabilitación del actual presidente del fútbol español, Pedro Rocha, dice así: Del Bosque "contribuye de manera indiscutible a través de su buen nombre, honorabilidad y talante a salvaguardar el interés general de España". Casi nada. En una interpretación implícita del mensaje, se podría conceder que la entidad que dirige el exministro Uribes está sugiriendo entonces que la Federación no es precisamente capaz de contribuir por si sola a la consecución de tan noble objetivo.
La noche de este pasado lunes, el exseleccionador asistió imperturbable al trámite del conjunto dirigido por Luis de la Fuente frente a Albania. En el palco, el flamante presidente de la Comisión de Supervisión, Normalización y Representación del CSD (esa es la designación oficial del cargo creado a su medida por el Gobierno hace un par de meses) cruzó palabras de cortesía con el propio Rocha, mantuvo en todo momento su distintiva compostura y fue foco permanente de TVE en su retransmisión, que le dedicó decenas de planos durante el encuentro.
No se veía como secretario de Estado
El exseleccionador que llevó al equipo nacional a conquistar en 2010 la Copa del Mundo y la Eurocopa en 2012 declinó hace seis años el ofrecimiento del Gobierno de asumir la cartera de secretario de Estado para el Deporte. Simplemente, el también exjugador del Real Madrid, que se considera sobre todo un hombre de fútbol, no se veía en esas funciones.
Por qué en esta ocasión ha asumido el rol de 'comisario' para preservar el proceso de recomposición de la RFEF solo puede explicarse por su contrastado sentido de la responsabilidad y por su compromiso con España después de la petición expresa que le formuló el propio jefe del Ejecutivo. Así lo piensa gente tan cercana al exseleccionador como Toni Grande, su segundo al frente de la escuadra española que marcó un hito en la historia del fútbol mundial durante ocho años. Hace poco, en una entrevista con Onda Cero, se decía nada extrañado por el sí de Del Bosque: "No me sorprendió que lo aceptara porque se lo pide alguien muy importante en el país (Sánchez) y te crees en la obligación de servir a tu país".
Más allá de la proverbial prudencia con que Del Bosque se ha conducido durante toda una vida ligada al fútbol, hay quien quiere ver riesgos en el papel que ha decidido desempeñar movido por ese sentido de la responsabilidad que invoca su entorno. En concreto, el riesgo de que alguien ajeno a las pugnas de poder trate de ser instrumentalizado hasta el punto de comprometer su capital reputacional en medio de un fuego cruzado en la actual guerra soterrada entre el CSD y la Federación.
El caso de Pepu Hernández
Es improbable que alguien de la templanza y el equilibrio de Vicente del Bosque se deje manejar a estas alturas de la vida, pero quienes conocen el juego de las camarillas políticas recuerdan el caso de Pepu Hernández, seducido por los cantos de sirenas de un PSOE que necesitaba un mirlo blanco para su candidatura municipal de Madrid. El exseleccionador de baloncesto más laureado de la historia de España junto al irrepetible Antonio Díaz Miguel salió trasquilado de la experiencia tras languidecer en la oposición dando cuenta prácticamente a diario de que la política no era lo suyo. Acabó marchándose a su casa en 2021, muy probablemente arrepentido de haber recogido el guante de un Pedro Sánchez que ya apuntaba maneras.
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