Es la más grande, la mejor de la historia, y no es sólo por su excelente técnica de salto con la pértiga, ni por su fuerza. Ella es el carisma y la competitividad, una mujer que ha llevado siempre su carrera bajo los más altos estándares, siempre brilló en la alta competición y por el camino fue un caníbal que fagocitaba todo lo que se encontraba.
Contemos lo de Moscú, que es lo que nos atañe y, además, una de las muestras más claras de lo que ha sido Isinbayeva. Competía en casa, y había anunciado que esos saltos que se iban a ver en el Luzhniki eran los últimos de su carrera. Nunca más se vería en el tartán una estrella que lo ha iluminado la última década: fue campeona olímpica en Atenas, como también lo fue en Pekín. No era la favorita, a los atletas en declive se les supone que están dejando hueco para las que empujan desde abajo. Ya en Londres había sido tercera. Pero la pista iguala a todo y las fuerzas de la naturaleza siempre tienen un impulso suplementario. Venía con una marca esta temporada de 4.78, este martes saltó 4.89. Ni Suhr, ni Silva, nadie, sólo ella, Isinbayeva.
Tampoco dejó ahí la exhibición. La rusa es valiente. Atosigada por los fotógrafos, que buscaban la imagen de la reina de los campeonatos se acercó a un juez. Quedaban saltos, quería intentar el récord mundial, pidió el listón en 5.07. No lo franqueó, la verdad, pero el simple gesto ya mostraba su bravura. Tampoco era lo fundamental, lo nuclear era ser campeona del mundo, por tercera vez.
Salvo repentina vuelta, nunca más se verán esos inmensos ojos azules mientras las frases que usaba como letanía antes de cada salto (nunca confesó qué decía). Han sido diez años siguiendo la más grande, la que ha hecho de su prueba, que antes de ella era sólo un simulacro, un referente en el programa atlético. Se va como campeona, demostrando que podría seguir pero ¿es posible un final mejor? Cuesta imaginarlo.
Pestano y la competencia
Decíamos el lunes que Mario Pestano, otro gran veterano, había entrado entre los mejores doce entre los discóbolos. Cada vez que eso pasa los seguidores piensan que quizá esta vez sí, que sólo es cuestión de relajarse y poner en una gran competición la marca que realmente vale. Pero no, imposible, no hay lazador sin brazo, pero tampoco lo hay sin cabeza. El canario es incapaz de templar los nervios, de mantener sus rutinas de tiro y realizar en la alta competición lo que sin duda puede hacer en sus entrenamientos. Con 35 ya se antoja complicado que esto vaya a cambiar. Fue duodécimo de doce, el último, no lanzó siquiera 62 metros. Tampoco Casañas, el otro español, mejoró la historia, fue noveno, muy lejos de la cabeza.
Kirani James, la decepción
En los 400 metros salen cada poco tiempo aspirantes al récord de Michael Johnson. Se supone que es uno de esos que más pronto que tarde tendrá que caer, pero van pasando los hombres y ninguno hace el ataque final, la carrera perfecta. Oro en Daegu y en Londres, se supone que el portador de la antorcha, el hombre de la responsabilidad, es ahora el granadino Kirani James. En Moscú, sin embargo, ha estado muy lejos de sus posibilidades, en la última carrera se desfondó hasta quedar séptimo. El campeón fue LaShawn Merritt, otro de aquellos atletas que alguna vez aspiró a atacar el trono de Johnson. Ya es campeón olímpico, lo logró en Pekín, y también dos veces campeón del mundo.
España sigue de marcha
Miguel Ángel López consiguió el bronce en los 20 kilómetros y las chicas buscaban lo mismo. España llevaba una buena pero no brillante selección y el resultado estuvo acorde con esa definición. Beatriz Pascual consiguió un muy meritorio sexto puesto, Julia Takacs fue novena y Lorena Luaces decimoctava. Ellas, manteniendo ese nivel, demostraron que la marcha, en España, sigue estando bien entrenada.
Un apunte más, como casi todos los atletas españoles, las marchadoras compaginan su pasión, el atletismo, con estudios o trabajos. La mejor de todas en Moscú, Pascual, no es sólo una excelente marchadora, también es una muy brillante estudiante. Licenciada en Farmacia y en Bioquímica, esto último con premio especial de carrera. Y además anda a todo correr, difícil no admirarla.
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