El príncipe Alberto de Mónaco celebra ya cinco años desde que dejó de ser uno de los solteros de oro por excelencia. El 1 de julio de 2011 contraía matrimonio con la nadadora Charlene Wittstock haciéndola firmar un contrato en el que se cmoprometía a estar junto a él durante los siguientes cinco años.
Hoy finaliza ese contrato y la nadadora podría tomar cartas en el asunto para volver a ser una mujer libre si realmente no es feliz.
La pareja contrajo matrimonio con una boda civil de lo más íntima a la que un día después le siguió la correspondiente boda religiosa. Los soberanos monegascos celebran estos cinco años haciendo balance de una relación que, por numerosas razones, siempre ha estado en el punto de mira de los más críticos.
Esto viene desde que, nada más casarse, Charlene afirmó que necesitaba “tiempo de adaptación” en su nueva vida como princesa y que “la descendencia llegaría tarde o temprano”.
¿Se casó realmente con Alberto por amor? Jacques y Gabriella, hijos de los soberanos, no vendrían al mundo hasta más de ters años después, en diciembre de 2014.
Aunque a Charlene le ha costado, ha prometido lo que dijo y se ha ido haciendo a su papel de consorte hasta el punto de disfrutar, más de los actos públicos, que de los privados, al lado de su marido.
Al menos, hasta que llegaron sus numerosas ausencias a diferentes actos oficiales del Principado. Lo cuál hizo que volviera a ponerse en el entredicho su amor por Alberto.
Charlene se mudó a Córcega en junio de 2015
¿Cuál ha sido el paradero secreto de Charlene en todas estas ausencias? ¿Cómo ha vivido de puertas para adentro Alberto el tener que dar la cara en solitario en todos estos actos? Preguntas sin respuesta que, a día de hoy, han seguido alimentando las especulaciones de esta relación, que siempre ha estado en el entredicho.
Alberto ha comenzado a suplir las ausencias de su mujer siendo acompañado por su hermana Carolina. Pero, por mucho que trataran de normalizar la situación, hubo ciertas ausencias imperdonables, como las bodas de sus sobrinos Pierre y Andrea Casiraghi o también la ausencia de la princesa en la entronización de Guillermo Alejandro o en las últimas ediciones del tradicional ‘Baile de la rosa’.
Tal ha sido el punto de incomodidad, que la princesa ha tenido que salir del paso dando explicaciones. Una práctica, cuanto menos, poco habitual en la familia real monegasca.
Lejos quedan los actos oficiales en los que, tan cómplices, participaban juntos en los primeros tiempos del matrimonio. El hijo de la mítica Grace Kelly siempre ha querido desempañar todas estas especulaciones diciendo que “todo va maravillosamente bien” en el matrimonio.
¿Será realmente cierto? Lo que hablan son los hechos y no las palabras. Charlene se mudó con sus hijos a Córcega en junio de 2015 y no volvió al Principado hasta noviembre, continuando con su política de ausentarse de todos los actos oficiales que ha querido, y haciendo su vida cada vez más alejada de Mónaco.
Sea como fuere, serán los hechos los que seguirán hablando, como siempre ha sido, y a partir de hoy, Charlene finaliza sus cinco años de contrato. Esos que firmó y en los que estaba dispuesta a estar junto al príncipe Alberto hasta hoy, 7 de julio de 2016.
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