Pensar en el Algarve es trasladar la mente a sus atardeceres de ensueño, a sus aguas tan turquesas como cristalinas, a sus playas paradisíacas y salvajes de arena blanca.
Pero el Algarve, a pesar de que ha sido elegido por octava vez 'Mejor Destino de Playa de Europa', es mucho más que un lugar en el que pasar las vacaciones de verano entre sol y playa. De hecho, esta región del sur de Portugal es capaz de ofrecer al visitante una amplia gama de opciones y alternativas culturales para disfrutar de esta zona alejados del mar.
Conocer el pasado Omeya
Entre los siglos VIII y XIII, esta zona del Algarve se encontró bajo el dominio del Califato Omeya haciendo de esta ruta la máxima expresión del pasado musulmán de Portugal. La dinastía Muawiya ibn Abi Sufyan puso fin en estas tierras a su ruta conquistadora donde dejó una huella que aún hoy permanece intacta en muchos aspectos de la cultura, como por ejemplo que el nombre Algarve procede del término árabe al-Gharb, que significa Occidente.
El rastro de su paso por estas tierras se muestra también en el patrimonio artístico y arquitectónico, que se puede conocer a través de 14 localidades (Alcoutim, Martim Longo, São Brás de Alportel, Estoi, Faro, Silves, Monchique, Aljezur, Vila do Bispo (Sagres), Alvor, Vilamoura, Tavira, Cacela Velha y Vila Real de Santo António) donde descubrir el legado omeya en murallas, palacios fortificados y restos arqueológicos.
El producto estrella: la naranja
Esta región, especialmente Silves, la Capital de la Naranja, concentra entre el 70 y el 80% de la producción de cítricos de Portugal, una tradición que se remonta al siglo XVI, cuando el portugués Vasco de Gama introduce en Europa diversas variedades de las famosas naranjas de la China.
Desde entonces, la historia de Silves y sus alrededores ha estado estrechamente ligada a esta fruta y es el motivo de que tenga un itinerario especialmente dedicado a ella. En esta ruta, el visitante puede conocer las huertas, donde vivir una experiencia completa, desde degustar las mejores naranjas del país directamente del árbol, a aprender a exprimir sus mejores propiedades o conocer cómo se ha convertido esta fruta en el motor económico de toda la región. Una oportunidad para aquellos que buscan una gastronomía más natural y entablar un vínculo más estrecho con el suelo que pisan.
Entre Lisboa y Sevilla
Hubo un tiempo en el que el Algarve, el Alentejo y la Andalucía occidental conformaban un mismo territorio que respondía al nombre de Al- Andalus. En ese momento reinaba el rey Al-Mutamid, el llamado Rey Poeta, un mandatario amante del arte al que hoy en día se le deben numerosos monumentos artísticos.
El rastro de su huella se puede seguir en la Ruta Al-Mutamid que, desde Lisboa a Sevilla, recorre los momentos de mayor esplendor intelectual de este rincón ibérico. Ejemplo de ello es Faro, una villa situada en la reserva natural de la Costa Vicentina o Tavira, que además de la belleza de sus acantilados y sus playas paradisíacas, en sus calles con coloridos suelos todavía permiten sentir sus aires arabescos.
Y, Silves, el corazón de la ruta, donde su catedral, la antigua mezquita, y su castillo, el más grande de la región, encaramado en lo alto de una colina, son el mayor legado en estas tierras del Rey Poeta.
De Faro a Santiago
Faro, la capital de Algarve, es una de las paradas del Camino Central Portugués que une Lisboa con Santiago de Compostela, y uno de los mejores lugares para comenzar este viaje espiritual. Esta ruta, creada ya en la Edad Media, presume de ser la segunda más importante en número de peregrinos (la primera es la francesa), pues no es para menos, puesto que el Camino de Santiago portugués ofrece la posibilidad de vivir la experiencia de realizar esta ruta mientras se visitan algunos de los lugares más bellos del país vecino.
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