La cantante Ariana Grande, que se encuentra conmocionada tras al atentado suicida en su concierto en Manchester, ha protagonizado anécdotas muy sonadas y de gran repercusión. La joven ha tratado de alejarse de esa niña que perteneció al mundo Disney y la hemos podido ver luchando en contra de la cosificación de la mujer, de enfermedades como el cáncer que se llevaron a su abuelo, la protección de los animales, -lo que le llevó a ser vegana en 2013-, o a favor de la lucha del colectivo LGBTQ por sus derechos e igualdad. Sin embargo también se ha visto envuelta en polémicas antipatrióticas y ha llegado a estar vetada en la Casa Blanca.
Hace unos años la cantante, nacida en Florida, se encontraba con unos amigos en una pastelería y cuando el encargado no miraba los productos, se dedicó a lamer algunos de los donuts del mostrador y los volvió a dejar en su sitio, dispuestos para la venta a otros clientes.
A pesar de la guarrería que hizo lo que escandalizó a los americanos fue que dijera: "Odio América", según trascendió. Ariana se vio entonces obligada a pedir perdón y explicó que se refería a lo mal que comen casi todos los americanos. "Estoy muy orgullosa de ser americana y amo a mi país. Lo que dije sucedió en un contexto privado con amigos y ha sido sacado de contexto. Pido perdón por mi elección inapropiada de palabras y por no haber sido más discreta, pero me enfada la ligereza con la que en América comemos y consumimos productos sin pensar dos veces las consecuencias que tendrán en nuestra salud y en la sociedad", explicó. Sin embargo, para la Casa Blanca fue algo muy serio y se negaron a invitarla a un acto programado con los Obama.
La joven también ha mostrado su rechazo al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Cuando ganó las elecciones, Ariana Grande escribió en las redes sociales: "Estoy llorando. No me lo puedo creer. Esto es terrorífico".
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