Belén Esteban está a menos de tres meses de su boda con Miguel Marcos. No obstante, un regalo envenenado podría enturbiarle el enlace. Tras este 'obsequio' no hay otro que uno de los peores enemigos de la tertuliana: Toño Sanchís.
¿Un regalo envenenado?
La colaboradora de Sálvame le ganó el juicio a Toño Sanchís, y la Justicia condenó al representante a pagarle a ella más de 600.000 euros. Para pagar su deuda, Sanchís puso a la venta su casa de Majadahonda por medio de una subasta.
Belén pujó, pero finalmente se hizo con el inmueble una señora que había ofrecido más dinero por él. No obstante, ahora la susodicha ha dicho que no quiere la casa, ya que desconocía que sobre la vivienda pesaba una hipoteca de 266.000 euros, lo que eleva el precio de la vivienda a los 700.000 euros.
La cuestión es que Belén era la segunda pujante, así que ahora ella sería la que se tendría que quedar con la casa.
La venganza no tiene precio
Este lunes, Sálvame invitó a un abogado para que analizase a qué se enfrenta realmente Belén, y evaluar si la renuncia de la mujer es un regalo o una desgracia.
Ella se mueve por algo más que los motivos económicos. Se queda con la casa de una persona que le ha hecho daño y que le debe un dinero
Todo apunta a que se trata de una estrategia de Toño Sanchís: la primera pujadora habría sido puesta por él mismo para elevar el precio de la vivienda, y así conseguir que Belén pagase más para luego renunciar a la casa. Eso es lo que opina el abogado: "Según mi criterio, la casa jamás hubiera llegado a esta cantidad. Ninguna subasta profesional hubiera llegado a tanto", aseguró.
No obstante, y aunque todo parece indicar que Belén ha sido víctima de una estrategia urdida por el propio Sanchís, a ella no le importa paga el dinero que sea por la casa de su archienemigo: "Ella se mueve por algo más que los motivos económicos. Se queda con la casa de una persona que le ha hecho daño y que le debe un dinero", añadió el abogado.
La casa del manager tiene un precio de mercado de alrededor de 420.000 euros, y Belén podría pagar por ella más de 700.000. Eso sí, la satisfacción de imponerte a un enemigo no tiene precio.
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