El extenista Boris Becker atraviesa su peor momento profesional y personal después de que un tribunal británico le declarara en bancarrota. El icono deportivo de los 90 no se encuentra en condiciones de afrontar la deuda de más de tres millones de libras que se le reclama tras tratar de rehipotecar la casa que tiene en Mallorca. "Tengo la impresión de que estamos ante un hombre con la cabeza enterrada en la arena", dijo Christine Derret, jefa del Registro Civil que se encarga de llevar el caso del ex deportista. Sin embargo, sus abogados insisten en la posibilidad de solucionar esta triste situación, aunque la justicia británica le haya declarado insolvente.
No obstante, a pesar de su delicada situación económica, el ganador de Wimbledon en dos ocasiones fue visto hace unas horas disfrutando de dos de las joyas de su garaje, un Porsche y un Maserati cuyo valor alcanzaría los 145.000 libras. Esta aparición pública coincidía con la celebración del 41 cumpleaños de su segunda esposa, Lilly Kerssenberg, con la que contrajo matrimonio el 12 de junio de 2009, gesto con el que la pareja trataba de echar por tierra los rumores de separación.
Casa en Wimbeldon
Pero lo cierto es que en el círculo más cercano al exdeportista se asegura que el matrimonio está roto, en parte debido a los problemas financieros de la leyenda de la raqueta. La pareja tiene su residencia en Wimbledon, pero Lilly llevaría desde hace tiempo pasando largas temporadas en los Países Bajos. De ser cierta la separación, se le presentaría a Becker un panorama económico muy complicado. Su primer divorcio de Barbara Feltus le costó la friolera de 12.5 millones de libras en efectivo, 2,4 millones en honorarios y la residencia en Miami.
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