Tomar el sol es algo inherente al verano y las vacaciones. Aunque no seamos conscientes, sus rayos inciden en nuestra piel aunque no nos expongamos de manera directa a él por lo que es muy importante conocer las consecuencias que los rayos solares puede tener para nuestra piel así como las precauciones que debemos adoptar durante los meses más calurosos del año.
Cuando tomamos el sol nuestro principal objetivo suele ser estético: ponerse morenos para vernos más guapos. Sin embargo, más allá de conseguir una piel bronceada, el sol también favorece otros procesos naturales beneficiosos en nuestro organismo. El principal efecto positivo que la radiación produce sobre la piel es la producción de vitamina D. El 80% de los niveles de esta vitamina se obtienen gracias a la acción del sol sobre nuestro cuerpo mientras que el resto procede de la alimentación. La vitamina D es vital para el cuerpo ya que una de sus funciones es la absorción de minerales como el calcio o el fósforo, por lo que es una de las responsables más directas de nuestra salud ósea. Un nivel bajo de esta vitamina aumenta el riesgo de sufrir enfermedades como diabetes o demencia.
Además de su función ósea, la exposición solar puede proteger la salud cardiovascular, disminuyendo la tensión arterial, y en muchas ocasiones erradica o disminuye problemas de la piel como la psoriasis o el acné. La luz solar también estimula la liberación de serotonina y puede ayudar a prevenir la obesidad y otras enfermedades metabólicas.
El sol es la principal causa del fotoenvejecimiento
Pero la mala fama que suele tener el sol no es algo injustificado. Si hemos hablado de sus efectos positivos, también tenemos que tener en cuenta los negativos. El más general son las quemaduras que se producen tras una intensa exposición a los rayos UV que penetran en las células de la piel afectando a su crecimiento y apariencia. Suele ser la consecuencia más inmediata, sin embargo, a largo plazo, un mal hábito en la exposición al sol puede suponer un alto riesgo de padecer cáncer de piel.
También en el lado negativo tenemos que hablar de la parte estética. El sol es la principal causa del fotoenvejecimiento, es decir, de la aparición prematura de arrugas y manchas solares que inmediatamente nos hacen parecer más mayores.
10 claves para tomar el sol
Cuando llega el verano se nos bombardea de consejos, trucos y recomendaciones para protegernos al máximo de los efectos nocivos del sol. Desde Vozpópuli hemos querido recopilar los principales y para ello hemos hablado con Íñigo Uriarte, farmacéutico del equipo de Melio, una plataforma digital de análisis de sangre que ofrece contenido personalizado a sus usuarios para que puedan controlar y mejorar su salud. Este profesional nos proporciona las 10 claves más importantes que debemos grabarnos a fuego en nuestra mente para este verano y para los futuros.
1) Conocer el índice UV
Antes de tomar el sol es importante que consultemos el índice UV. Parece algo complicado pero es un dato que encontraremos en cualquier medio de predicción del tiempo. Para esto es muy recomendable siempre tener a mano en nuestros dispositivos móviles alguna APP meteorológica que nos proporcionará mucha información útil, ente ella el índice UV, que nos ayudará a saber cómo protegerse del sol correctamente en cada momento.
2) Traducir el índice UV en protección
Después de consultar el índice UV, si este es superior a 3 debemos de utilizar protección solar. En el caso en que la cifra supere el 8, lo mejor que podemos hacer evitar la exposición y, en el caso en que tengamos que hacerlo, utilizar la máxima protección. En España, las franja horaria en la que el índice UV es superior es la comprendida entre las 12 y las 16 horas. Cuidado cuando estemos en un día nublado, no nos podemos confiar porque pueden tener también altos índices de radiación UV.
3) Elegir un buen protector solar
Para saber qué tipo de crema protectora debemos de elegir, lo mejor es seleccionar una que tenga un amplio espectro tanto de UVB como de UVA. Los rayos UVA, aunque sean de menor intensidad que los UVB, penetran más profundamente en la piel y son los que causan el envejecimiento de la piel porque desarrollan arrugas, manchas y piel áspera y manchas. Un truco para poder prevenir estos efectos es hidratar la piel después de haberla expuesto al sol.
4) Utilizar bien la crema protectora
Hay que usar los protectores solares correctamente y sin escatimar. Recuerda que hay que aplicarlo 20 minutos antes de la exposición y repetir la aplicación cada dos horas. El factor de protección o FPS indica la cantidad de radiación UV que llega a la piel y el número de veces que el protector aumenta la capacidad de protección frente a la radiación.
5) Tomar el sol de manera gradual
Entre los mecanismos de protección solar de las células cutáneas está la producción de melanina, un compuesto que absorbe la luz UV y que genera el bronceado de la piel. La mayor o menor producción de melanina depende de la genética de cada persona y su síntesis se produce gradualmente cuando tomamos el sol. Este es el motivo por el que se recomienda empezar con poco tiempo al principio de verano e ir aumentando gradualmente conforme van pasando los días y la piel va produciendo melanina y adaptándose a la situación.
6) Cuidado con la deshidratación
Las altas temperaturas activan mecanismos en nuestro cuerpo de compensación como la sudoración o la vasodilatación periférica. Estos procesos pueden producir deshidratación, pérdida de electrolitos y una sobrecarga cardiovascular. Se recomienda aumentar la ingesta de agua y no realizar ejercicio intenso en las horas de más calor. Aún con la protección solar correcta, no deberíamos de exceder las dos horas de exposición continuada.
7) Protege también tus ojos
La piel no es la única parte del organismo que recibe los rayos del sol. La radiación incide también directamente sobre los ojos de tal manera que puede tener efectos perjudiciales a largo plazo sobre la retina. Para proteger la vista se recomienda el uso de gafas de sol que bloqueen el 100% de los rayos UV.
8) El tiempo mínimo necesario al sol
La dosis diaria que nuestro cuerpo necesita de vitamina D se puede obtener exponiendo manos, cara y brazos al sol sin protección durante 10 minutos en primavera y verano, 30 minutos en otoño y 120 minutos en invierno. Pasado ese tiempo, una exposición más amplía no va a suponer una mayor producción de vitamina por lo que no es necesario poner en peligro la piel.
9) Revisa las manchas y lunares de la piel
Como ya hemos mencionado al principio, una de las principales consecuencias negativas de tomar el sol puede ser el aumento de posibilidades de sufrir un cáncer de piel. Aunque las células cuentan con mecanismos de protección y reparación, la exposición de radiación es un factor de riesgo para el desarrollo de melanomas y otros procesos malignos de la piel.
10) Cuidado especial si perteneces a un grupo de riesgo
El calor puede afectar de manera más grave a las personas con obesidad, enfermedades crónicas o a aquellos que siguen determinados tratamientos médicos. Deben tener especial cuidado las personas con insuficiencia renal crónica ya que la deshidratación puede deteriorar la función renal. Por ello es interesante saber en todo momento en qué estado de salud nos encontramos y para ello bastaría con un sencillo análisis de sangre que nos analice los principales marcadores de salud.
Como ves, la protección comienza antes de la exposición al sol, se mantiene durante la misma y hay que continuarla a posteriori. De nosotros depende terminar el verano con un bronceado envidiable sin poner en riesgo en ningún momento nuestra salud.
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