De entre toda la labor de ingeniería que suponía enviar al hombre a la Luna, la NASA afrontaba el desafío de cómo vestirle. El traje debía ser fuerte para proteger a los astronautas de las condiciones extremas a las que se iban a enfrentar como eran la falta de oxigeno, la posibilidad de impactos de meteoritos, explorar un terreno pedregoso... Pero a su vez se necesitaba un atuendo ligero que les permitiera moverse y flexionar las extremidades. Y todo ello debía de poder presurizarse y despresurizarse a bordo de la nave. ¡Un auténtico reto!
El diseño y materiales de las fajas y sujetadores eran perfectos para los trajes espaciales
La respuesta no llegó por parte de eruditos ingenieros aeroespaciales, sino de una firma corsetera que había revolucionado el mundo de la ropa interior con un nuevo material elástico y súper resistente que moldeaba la anatomía femenina y al que habían llamado latex. La compañía se llamaba Playtex, un juego de palabras entre "Play" (jugar) y "Latex".
Entre sus grandes logros se encontraban la revolucionaria faja de látex y el icónico sujetador "Cruzado Mágico". Ni uno ni otro eran útiles para los astronautas del Apollo 11, pero sí lo podrían ser los materiales de los que estaban confeccionados y los procesos aplicados a su producción. Por ello, cuando los responsables de la compañía supieron del concurso organizado por la administración americana, no dudaron en presentarse.
Había mucha prisa. El diseño que llegaría a la Luna tenía que estar listo en seis semanas. El equipo de Playtex ideó un traje a capas, veintiuna en total, de fibra sintética, neopreno y metal. Este prototipo resistió todas las pruebas a las que le sometió la NASA, desbancando de lejos a los de sus competidores. Lo habían conseguido. El contrato era de Playtex.
Las mismas costureras que trabajaban en la compañía dieron vida a los trajes de los astronautas
Ahora había que producirlo a medida para cada astronauta. De nuevo no fueron ingenieros de la NASA, sino las experimentadas costureras que trabajaban en la compañía, las encargadas de darles vida. Los cosieron con las mismas máquinas Singer con las que hacían sujetadores y fajas, pero en versiones modificadas. Trabajaron a contrarreloj, en jornadas que llegaron a las 80 horas semanales.
No podían permitirse ni un solo fallo. Tanto es así que se instalaron máquinas de rayos X para tener la certeza de que no se había quedado olvidada ninguna aguja que, arriba en el espacio, pudiera suponer un problema. Incluso se prohibió el uso de alfileres para evitar agujerear, siquiera mínimamente, el látex que se estaba utilizando.
Pese al desafío, la escasez de tiempo y el peso de la enorme responsabilidad, la misión “traje a la Luna” fue tan exitosa como la propia odisea que permitió a Neil Armstrong pisar por primera vez el satélite terrestre.
Desde 1932 haciendo historia
Playtex nació Rochester (Estados Unidos) en 1932 de la mano de Abraham Nathaniel Spanel, quien, más allá de fabricante, fue un gran inventor con más de 2.000 patentes a sus espaldas.
En sus primeros años la compañía se dedicó a comercializar todo tipo de prendas: guantes, bañadores, gorros e incluso pañales de bebé, pero en cinco años encontró su producto estrella en las fajas de latex.
Su gran revolución llegaría en el año 1954, cuando la firma revoluciona el mercado al inventar el "Cruzado Mágico", un innovador sujetador
Su gran revolución llegaría en el año 1954, cuando la firma revoluciona el mercado al inventar el "Cruzado Mágico", un innovador sujetador que prometía a las mujeres la combinación de sujeción y adaptabilidad. Para darlo a conocer se apoyó en una fuerte campaña de promoción en televisión, algo histórico ya que hasta entonces ninguna empresa se había atrevido a hacer publicidad de ropa interior en la pequeña pantalla.
Mucho ha llovido desde entonces, pero después del éxito del "Cruzado Mágico", la empresa siguió innovando para conseguir modelos que unieran el arte de moldear y realzar la figura de la mujer con la comodidad. Conceptos a los que a partir de los años 90 se uniría el de la seducción, fijándose de la misma manera en lograr prendas interiores atractivas.
¿Repetirán la hazaña encargándose de los uniformes de la primera misión espacial que pise Marte?
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