Llegar hasta Monteverde, en la región norte de Costa Rica, es sinónimo de adentrarse en un espacio plagado de colores que abarca toda la gama cromática de verdes. Las montañas infinitas llenas de vegetación inundan un paisaje que hace pensar al viajero que no hay vida más allá de los árboles que se avistan (y los animales que viven en el interior de esta selva).
Los caminos para llegar hasta Monteverde combinan la tierra y el hormigón en diferentes planos, y en carreteras que suben y bajan montañas, haciendo ver a los visitantes que todo lo que está a su alrededor es puramente virgen. El saludo oficial es el “pura vida”, pero también es un símbolo de cariño, de afecto, de deseo de que todo vaya bien y de que disfrutes de un viaje único en medio de este paraíso terrenal. Gritan “pura vida” a los cuatro vientos y lo repiten al despedirse invitando a los viajeros a relajarse y admirar la maravilla del lugar en el que viven.
Un hotel inmersivo
En medio de la verde naturaleza de la Reserva Biológica Bosque Nuboso de Monteverde, se encuentra un auténtico remanso de paz, el hotel Senda Monteverde de Cayuga Collection. Escondido al pie de la Reserva de Vida Silvestre Aguti, y resguardado por una constante neblina procedente del bosque nuboso, este hotel de montaña ofrece a los viajeros una experiencia de hospedaje inmersiva.
Las habitaciones se distribuyen en 24 casitas independientes en medio de una naturaleza que colindan directamente con esta reserva separada únicamente por un puente colgante, cuyo acceso es gratuito para todo aquel que se aloje en el hotel.
Al cruzarlo, el huésped se encuentra con una increíble reserva de vida silvestre plagada de árboles antiquísimos entre los que se encuentran más de 400 especies de aves, 3000 especies de plantas y orquídeas adaptadas de manera única, pumas, monos, anfibios endémicos, decenas de miles de variedades de insectos y hasta jaguares en peligro de extinción. Una experiencia única que permite adentrarse en la fauna y flora tropical para disfrutarla de forma pausada e individual, con unos prismáticos en la mano y con todo el tiempo posible para avistar animales mientras se realizan sus trekkings autoguiados y se hacen paradas en los miradores de las terrazas creadas para ello.
Además, todas las tardes cuando cae el sol organizan actividades como charlas sobre vida silvestre, cine apto para todos los públicos, lecturas, debates o juegos para mayores y pequeños. Y, cada amanecer tienen clases de yoga en plena naturaleza, de GAP, pilates o HIIT. Una forma perfecta de conectar a través del deporte también con la naturaleza.
Cocina local
Con vistas a la infinita la naturaleza de Monteverde, los restaurantes y su gastronomía se convierten en una parte fundamental de Senda. Aquí la cocina local permite al visitante descubrir a través de los diferentes productos y elaboraciones las tradiciones y la cultura de este país. Asesorados por Pablo Bonilla y en manos del cocinero Eduardo Muñoz, la sostenibilidad y el producto fresco, nacional, de temporada y cercanía son las bases de su carta.
Todos los ingredientes, como el queso, los huevos, el pollo o la carne, provienen de productores locales tratando así de que la huella de carbono sea mínima; por eso no sorprende que tengan su propio huerto e invernadero, desde donde profundizan en la cocina kilómetro cero.
Trabajan con programas de pesca responsable gracias a los cuales apoyan a 51 familias de la zona que respetan fielmente las vedas y las tallas de los diferentes tipos de peces porque, aunque no lo parezca, Monteverde está muy cerca del mar. Platos como su trucha curada en casa con ensalada de rúcula y chips de pejibaye, sus pescados o el ceviche dan buena cuenta de ello.
En la carta también les acompañan elaboraciones como los gallos de pollo con ceviche de palmito, sus hamburguesas y ensaladas o su pasta fresca hecha en casa que se maridan también desde el punto de vista sostenible, con una carta de vinos latinos que apuesta en su gran mayoría por los vinos biodinámicos y orgánicos.
Tampoco hay que perderse sus increíbles desayunos, que dan comienzo con jugos naturales y fruta fresca tropical, para seguir con tostadas de aguacate y tomate, tortilla francesa o gallo pinto, un plato típico costarricense que combina el arroz con frijoles con huevo frito, aguacate, plátano maduro frito, una tortilla de maíz y queso.
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